«Habemus» Juncker
Margaret Thatcher opuso resistencia a algunas decisiones de la Europa comunitaria y al final ese fue el desgaste que la apartó del poder a causa de una conspiración en su propio partido tory. Otro primer ministro tory, David Cameron, ha retado al Consejo Europeo al votar en contra de Juncker como nuevo presidente de la Comisión, vinculando ese voto a la permanencia del Reino Unido.
Cameron ha administrado de forma pésima el escaso margen de maniobra que tenía. Por decirlo de alguna manera, al identificar a Juncker con la vieja política, ha quedado a solas –solo con Hungría– y la posibilidad de que el Reino Unido pudiera desvincularse de Europa es mayor. Para quienes siempre se han sentido incómodos con las reacciones específicas de Gran Bretaña, la ocasión es para congratularse. Pero no es bueno que los británicos dejen de pertenecer –con todas las clausulas optativas que se quieran– al experimento institucional más significativo de la época.
Thatcher tenía cierta razón al criticar la política de Bruselas en los tiempos de Jacques Delors. Cameron ha seguido con esa postura, pero casi por inercia, sin fuerza y, peor aún, sin talento estratégico. Ahora se dirá que la elección de Juncker es más de lo mismo y que da la razón a los partidos eurófobos. Solo en parte. Era un procedimiento de elección algo confuso pero responde a los resultados de las recientes elecciones a la eurocámara.
¿Es una victoria del laberinto de Bruselas contra el quehacer de los países-miembro? Tampoco. Y ahora tendremos tiempo por delante para saber de qué madera está hecho Juncker. No fue bien recibida la figura de Van Rompuy al frente del Consejo pero ha sido efectivo en la salida de la crisis económica. Juncker, sin capacidad de liderato, a la vez fue crucial para salvar el Pacto de Estabilidad. La prensa sensacionalista británica, tradicionalmente eurófoba, ha dicho que Juncker es el hombre más peligroso del mundo.
Desde luego, algo tiene que cambiar en Bruselas para que casi todo –es decir, la integración europea– siga igual. Es seguir recurriendo al método de prueba y error. Mientras tanto, en lo que respeta a la UE, Cameron es un hombre herido, tal vez un mísil extraviado. Recomponer eso es casi improbable pero no es menos cierto que la Europa comunitaria ha llegado a acuerdos incluso más difíciles.
¿Manda la extraña pareja Merkel-Draghi? Es predecible que Juncker tenga poco margen. Pero su relación con Helmut Kohl fue sólida y también su apuesta por el euro, según recuerda el digital EUobserver. También se le reconoce eficacia en la intricada labor de negociar los rescates para los países más afectados por la crisis. Es hombre astuto y reclama una cierta falta de transparencia en la operatividad del Eurogrupo, dado que de revelarse los encuentros secretos los mercados reaccionan antes de lo conveniente.
Quién sabe si este Jean-Claude Juncker al final será capaz de hallar un nuevo modus operandi europeo para el Reino Unido, por la simple razón de que, por incómodo que resulte, es un socio necesario, aunque solo sea por la “City” y por su potencia militar. Pero a Cameron ahora le toca el referéndum de Escocia, en el que un «sí» debilitará lo que ha sido y es el Reino Unido.