Guerras comerciales asimétricas en vísperas electorales
El previsible ascenso de los partidos populistas en el Parlamento Europeo permite a Trump y Putin despreciar a una UE cuyo crecimiento ha descendido
Donald Trump cambió de parecer a menudo sobre muchos temas durante sus décadas como empresario inmobiliario y presentador del programa The Apprentice. Pero su obsesión acerca del supuesto aprovechamiento por parte de aliados y rivales de la generosidad de EEUU ha sido una constante.
Merece analizar su biografía para entender por qué amenaza o aplica aranceles simultáneamente contra las principales economías mundiales. Frederick Trump, padre del actual presidente, no cursó estudios universitarios y empezó su andadura profesional en la construcción y ventas.
Trump atribuye el déficit comercial de 800.000 millones de dólares a las supuestas trampas de las potencias con superávit con EEUU
En 1927 fundó con su esposa la empresa Elizabeth Trump & Son, que construyó casas unifamiliares en el distrito neoyorquino de Queens. Asimismo edificaba cuarteles y apartamentos ajardinados cerca de astilleros de la costa este para la marina.
Debido al alcoholismo de su varón primogénito, Frederick Jr, mandó a Donald a una academia militar con el deseo de inculcarle disciplina. De ahí la admiración del presidente por los generales. El Senado, el estado de Nueva York y el ministerio de Justicia acusaron a Frederick de ganancias excesivas y vulneración de la ley de vivienda equitativa.
Cedió la presidencia de la empresa a Donald en 1971. Con métodos contables y fiscales cuestionables y seguramente ilegales Donald hizo realidad el sueño de su padre: competir con los imperios inmobiliarios de Manhattan. Trump se lanzó a construir o promover hoteles de lujo, casinos y campos de golf en EEUU, Europa y Asia.
China parecía dispuesta a plasmar por escrito su compromiso de respeto a la propiedad intelectual
De la misma manera que sufrió reveses de contrincantes inmobiliarios extranjeros, Trump atribuye el déficit comercial de 800.000 millones de dólares a las supuestas trampas de las potencias con superávit con EEUU.
Su presión obligó a Corea del Sur a renegociar su acuerdo de libre comercio con EEUU, aceptando límites cuantitativos a la exportación de acero coreano y abriendo su mercado automovilístico. También doblegó la resistencia de México y Canadá a una acuerdo que sustituye a NAFTA y beneficia a los fabricantes de vehículos de EEUU.
China parecía dispuesta a plasmar por escrito su compromiso de respeto a la propiedad intelectual, eliminación de las transferencias de tecnología obligadas y modificación de su estrategia Made in China 2025.
El ambicioso plan aspira a convertir a China en líder mundial en diez sectores de alta tecnología que incluyen robótica, aeronáutica, vehículos eléctricos y TIC. La estrategia fija cuotas de mercado muy altas para las empresas nacionales en China.
El PIB chino en 2018 creció un 6,6%, su nivel más bajo desde 1990
Los documentos aprobados por las delegaciones de EEUU y China debían trasponerse en la legislación china. EEUU ha prohibido la presencia del gigante de las telecomunicaciones Huawei en EEUU y presionado al Reino Unido para que siga su ejemplo aludiendo a la competencia por desarrollar la tecnología 5G.
Beijing hizo marcha atrás respecto a la concreción legislativa y Trump elevó del 10% al 25% los aranceles sobre 200.000 millones de dólares de exportaciones chinas. Ante la disminución del crecimiento del PIB chino en 2018 (6,6%) a su nivel más bajo desde 1990 y el peor rendimiento de los índices bursátiles de la segunda economía mundial respecto a EEUU, Trump se ha crecido y desoye los consejos de moderación.
Robert Mueller no ha podido encontrar pruebas de conspiración entre la campaña del presidente Trump y sus máximos asesores con Rusia para influir en el resultado de las presidenciales de 2016. Su ambigüedad acerca de la presunta obstrucción de la investigación judicial también explica la renovada temeridad de Trump en materia comercial.
A siete meses del inicio de las primarias para las presidenciales de 2020, Trump calcula que el índice de desempleo más bajo (3,8%) en cincuenta años y un crecimiento previsto del PIB del 2,4% en 2019 le garantiza la reelección.
Ha paliado las pérdidas agrícolas por las represalias arancelarias con 12.000 millones de ayudas y prepara un segundo paquete. Las encuestas continuán situando su índice de aprobación por encima de 40%, y superior al 80% entre los votantes Republicanos.
El norteamericano medio apenas sigue el culebrón judicial de las investigaciones iniciadas por la Cámara de Representantes o fiscales sobre las declaraciones de impuestos y patrimonio de un Trump que no tendrá rival por la nominación republicana. Los mercados y titulares periodísticos temen una escalada militar de EEUU con Irán.
Pero el infatigable y hábil ministro de Asuntos Exteriores Mike Pompeo calma las aguas y advirtió a Irán y Putín sobre la inadmisibilidad de sus recurrentes comportamientos de potenciar la hostilidad de las milicias chiíes en Irak y Yemen y la interferencia electoral, respectivamente.
El enfado de las multinacionales
El previsible ascenso de los partidos políticos populistas en los comicios al Parlamento Europeo permite a Trump y Putin despreciar a una Unión Europea cuyo crecimiento y exportaciones han descendido. El anuncio de la posibilidad de imponer aranceles sobre las exportaciones de vehículos de la UE y Japón a EEUU ha desatado la comprensiva cólera de las multinacionales afectadas.
Trump ha encargado a su representante comercial que presente conclusiones acerca de la supuesta amenaza de vehículos europeos y japoneses a la seguridad nacional de EEUU en diecisiete meses. Para entonces se medirá Trump con bastante probabilidad a Joe Biden en las presidenciales.
Esperemos que los votantes europeos recuerden la promesa de Biden de que su victoria garantizaría un regreso de EEUU al multilateralismo.