Una guerra cultural de género y sexo
Un análisis sobre el porqué acaba mucho votante del PSOE o del PP echando una mirada a Vox, muestra que no está centrado en temas de inmigración, sino en esta guerra cultural sobre género y sexo
Todo bien revuelto. No hay día que no ocurra algo que dé la vuelta a la agenda. Y ya no es sólo la cotidianeidad española, revuelta por unas elecciones municipales y autonómicas que han sorprendido, y la posterior convocatoria de elecciones Generales, sino también por la revuelta en Rusia, donde todo apunta a un auténtico conflicto interno. Una guerra civil con todas sus consecuencias, de momento detenida.
Mientras llegan más noticias, los debates en los hogares españoles se inundan de reflexiones sobre las que ya podemos denominar profunda guerra cultural, que hace reinterpretar muchas de las discusiones que parecían superadas sobre violencia de género, feminismos, igualdad de la mujer y opción sexual.
Estados de opinión ya consolidados por la derecha y la izquierda y que ahora vuelven al debate público, en ocasiones por estar desvirtuado y en otras por ser obsesivo.
Todo ello es aprovechado por la ultraderecha para reposicionarse y conectarse a una corriente que fluye por el país de forma sorprendente y que responde a ese exceso de propuestas que no acaban de ser asimiladas como de centralidad.
Es difícil encontrar el momento que empezó todo. En todo caso sí podemos indicar en qué instante se evidenció, y fue ante el fracaso de la conocida como Ley del sí es sí. El error no fue tanto por las consecuencias que generaron la entrada en vigor de la ley, sino al negar el reconocimiento de que estaba mal construida.
Si a ello le añadimos las posteriores polémicas sobre la también conocida como Ley Trans que posibilita que un joven de 14 años, con consentimiento de los padres o tutores, pueda cambiar de sexo sólo con manifestar su voluntad de hacerlo, y si es mayor de 16, sin esa autorización, pues tenemos un cóctel de declaraciones, sobre todo por parte de las responsables del Ministerio de Igualdad, Irene Montero o la estridente ‘Pam’, Ángela Rodriguez, que acabaron por hacer fijar la mirada en un tema superado en España.
Un análisis sobre el porqué acaba mucho votante del PSOE o del PP, o de otras formaciones, echando una mirada a Vox, muestra que no está centrado en temas de inmigración, como muchos pensarán, sino en esta guerra cultural que se ha instalado en el país sobre género y sexo.
Todos aprovechan este vendaval político, y más ante una bajada importante de Podemos y sus partidos colaboradores, en las últimas elecciones municipales y autonómicas, para sacar beneficio electoral.
Lo aprovechó Isabel Díaz Ayuso al hablar de que nadie iba a “quedar desamparado en sus legítimos derechos, pero tampoco se va a hacer ingeniería social a costa de nadie”, como aseguró en su discurso de investidura. La Ley Trans de la Comunidad de Madrid, aprobaba en época de Cristina Cifuentes tiene un redactado muy claro.
Reza: “Debemos seguir haciendo eficazmente aquello en lo que la Comunidad de Madrid ha sido pionera: proteger a las personas transexuales. Pero garantizando en todo momento la calidad legislativa; la constitucionalidad de todos los artículos de la ley; la igualdad de oportunidades de las mujeres en el deporte y en todos los ámbitos de la vida; la protección de los menores; la libertad educativa y de cátedra; la seguridad jurídica”.
Está claro que el debate tiene mucho de ficticio, pero no para Vox que alimenta las disputas declarativas para mostrar una serie de posturas desfasadas, pero que sí conectan con aquellos hombres y mujeres que entienden que existen un exceso de excentricidades.