Gracias Ximo Puig
Los vientos electorales no soplan a favor para el PSOE y Puig no quiere formar parte de un castigo general del electorado a sus siglas
Hay una máxima en política que dice que gana las elecciones aquel que consigue que el debate público pivote sobre los temas que él propone. El Partido Popular puso sobre la mesa la rebaja fiscal mediante la supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía y el PSOE pico el anzuelo y entro en tromba acusando al PP de legislar y trabajar para los ricos y a Alberto Nuñez Feijóo de incompetente.
La ministra de Hacienda anuncio la creación de un nuevo impuesto “para los ricos” para substituir al impuesto de patrimonio que ya no existía en Madrid y que tras Andalucía anuncio también su supresión Castilla Y León y la reducción del gravamen en Murcia y Galicia. Si hasta hace poco parecía que había dos modelos de gobernanza en el PP, el liberal de Díaz Ayuso y el socialdemócrata de Moreno Bonilla y Rueda en Galicia, el anuncio del presidente andaluz ha dado al PP mayor cohesión y un criterio común entre sus barones.
Mientras el debate fiscal ocupaba todas las portadas en el PSOE solo el díscolo habitual, el presidente castellano-manchego Garcia-Page, se atrevió a decir que a él Feijóo no le parecía un insolvente. El resto de barones mil veces contrastada condición de killer de Pedro Sánchez y su alma rencorosa ha mantenido silencio a pesar de que en privado manifestaban su preocupación por los efectos electorales del debate fiscal y de la radicalización del PSOE a pocos meses de las elecciones autonómicas hasta que llego Ximo Puig y lo cambio todo.
El presidente valenciano, Ximo Puig, el más importante de los barones territoriales del PSOE afrontaba su debate de política general en las Cortes valencianas en una situación compleja por el caso de encubrimiento de abusos sexuales que afecta a su exvicepresidenta, Mónica Oltra, y necesitaba un cambio de guion y se saco de la chistera una rebaja fiscal.
Tensión entre Moncloa y el Palau de la Generalitat
Todos los focos se han puesto en la relación tensa entre Moncloa y el Palau de la Generalitat en los momentos previos al anuncio de Puig y ha pasado mucho más desapercibido el silencio de los socios de Puig: Compromís y Podemos, sobre la rebaja fiscal anunciada. Los socios del Presidente valenciano se enteraron desde su escaño del bombazo que soltó Puig pero la prioridad para los integrantes del llamado Botanic, pacto de gobierno valenciano, es retener el gobierno y por lo tanto unos y otros han evitado polemizar o realizar cualquier crítica pública a Puig.
El Presidente de la Generalitat valenciana hace cuatro años quiso deslindar la votación autonómica de las del resto de autonomías y hacerlas coincidir con las generales y adelanto un mes la votación en la Comunidad, la jugada le salió bien. Hasta hace poco Puig quería ligar su suerte a la de Sánchez y los servicios jurídicos de la Generalitat valenciana ya habían emitido un dictamen que le permitía retrasar las elecciones y hacerlas coincidir con las municipales. Pero ahora ha cambiado de opinión. Los vientos electorales no soplan a favor para el PSOE y Puig no quiere formar parte de un castigo general del electorado a sus siglas así que vuelve a especular con que la Comunidad Valenciana vote por anticipado en enero o febrero de 2023.
La disidencia de Puig ha pillado con el pie cambiado a Moncloa y a Ferraz
La disidencia de Puig ha pillado con el pie cambiado a Moncloa y a Ferraz que ha sido incapaz de contener a los barones socialistas los cuales uno tras otro se han lanzado a anunciar rebajas fiscales desde Extremadura a Cantabria. Tal ha sido la fuerza con la que el faquir de la fiscalidad ha salido de la lampara socialista que el gobierno no ha tenido más remedio que, en menos de 24 horas, virar 180º y anunciar también rebajas fiscales en el IRPF y en el IVA.
Sánchez se ha visto desautorizado por los suyos, humillado. En EE.UU cuando un presidente se acerca al final de su mandato y va perdiendo autoridad porque sus subalternos y compañeros de partido luchan por ocupar posiciones de poder cara al futuro se les llama pato cojo. Pedro Sánchez el miércoles se levantó renqueante y el jueves asistió en directo a una serie de deserciones en cadena y es que ya se lo dijo Clinton a G. Bush “es la economía estúpido”.