¡Gracias Spanair!

 

Gracias por haber dilapidado más de 200 millones de dinero público que no recuperaremos y que hacen falta.

Gracias por haber demostrado que la ideología no puede ser utilizada para gestionar empresas.

Gracias por dar la razón a los técnicos de la Generalitat que informaron desfavorablemente de la inversión de Spanair.

Finalmente ha pasado aquello que el camarada Lenin decía hace 80 años: «Los hechos son tercos» y, nos guste o no, siempre tienen la razón. Y es que una empresa que perdía una media de 120 millones de euros de 600 que facturaba anualmente, desde hacía cinco años era un fracaso incontestable.

Un auditor mío, que me ayudó a hacer una due diligence de una empresa que estaba en venta, me dijo al final del proceso: «Mira Jordi, esta empresa es un muerto que sólo espera que lo pongan en un ataúd y que lo entierren». Esta frase (no sé por qué) era la que venía a la cabeza cuando me hablaban de Spanair.

Spanair ha sido un disparate por varios motivos:

1) Fundada el 1986 por en Gerado Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual, Spanair, su estructura y su esencia, provenía de una época en que el petróleo era barato y los billetes de aviones caros. Una época de organizaciones sobredimensionadas, convenios generosos y aeronaves adquiridas sin ningún criterio estratégico. Una época en que el progreso económico y el aumento de los viajes impulsaba el crecimiento vegetativo del sector, y si había mala gestión, prácticamente ni se notaba. Spanair tenía demasiado plomo en las alas.

2) Hemos mezclado ideología (nacionalismo catalán) con la gestión de una empresa privada. Hemos puesto dinero público a competir en el mercado privado. Alguien, no sé quién, se ha aprovechado de la buena fe de algunos para conseguir alargar una agonía, que era una muerte anunciada. Un amigo me dijo que ganar dinero era ser nacionalista. Pues bien, los que apostaron para Spanair no sé que son. Para los que creemos en la Catalunya de Macià: justa, próspera y gloriosa, ha sido un gran error estratégico y político.

3) La gestión de Spanair ha sido confiada a un gran vendedor de humo. Parecerá que digo una tautología, pero al frente de la gestión tienen que estar gestores. No consultores expertos en Power Point. El Power Point lo aguanta todo. La realidad no. Aún así, se tiene que reconocer el gran mérito y la gran fuerza de su presidente, que a pesar de estar perdiendo dos millones de euros por semana desde su nombramiento (casi tres años atrás), no paró de luchar hasta el final. La moral del alcoyano al lado de la suya es pura anécdota. A pesar de lo que dirán ahora de Ferran Soriano, nadie le puede negar la capacidad de convencer ni los recursos conseguidos.

4) Carece de valentía. Me cuesta decirlo, porque lo admiro y reconozco las cualidades, pero el Presidente Mas ha sido, en este caso, poco valiente. Cuesta de entender que sea valiente con los médicos, los mossos y los maestros, mientras ha hecho seguidismo de una política del subsidio que nunca ha estado en el ideario nacionalista. Tampoco se entiende que haya ignorado los informes desfavorables que los técnicos de la Generalitat le habían hecho llegar. En tercer lugar, todavía entiendo menos que haga «el gobierno de los mejores» para después tomar decisiones al margen de su consejo. Como exdirector financiero, el Presidente Mas sabe leer una cuenta de resultados, por lo tanto, lo que es evidente para mí, lo era para él. Sinceramente, no entiendo cómo ha podido cometer este error.

5) El poeta Petrarca escribió «Ch´un belio morir tutta una vitaonora«. Que una empresa que pertenece en un 84% a la empresa pública IEASA baje la persiana en sólo seis horas, es un final vergonzante y chapucero. Que la aerolínea que se denominaba «la de todos», deje 4.000 empleados sin trabajo de un día para el otro, abandone 23.000 pasajeros en tierra, sin avisar, sin respetar ninguna formalidad legal ni ninguna norma de educación, nos da una idea de la gran mentira en que se había convertido la compañía. No ha sido un final justo para sus trabajadores. El consejo de administración de Spanair, celebrado el mismo día del cierre, que dudo conozca ninguna estrofa del poeta italiano, tendrá que pagar una fuerte multa por haber actuado de una forma tan poco elegante.

Dejo para mi un próximo artículo, un análisis más esmerado de las cuentas de Spanair y para un tercero, mi punto de vista sobre la estrategia para convertir el Prat en un hub a nivel mundial.