Gowex, Pescanova, Bankia… y la CNMV cazando moscas
Que el planeta está repleto de estafadores no es ninguna novedad. Los timos son ancestrales y de la estampita, pasando por el nigeriano y otros, hemos llegado a la sofisticación más absoluta con los mercados bursátiles. Era lo que intentaba retratar, con un ritmo lento y cansino, El lobo de Wall Street, una superproducción cinematográfica de esas que conviene ver para saber qué sucede.
Ningún país está a salvo de que sucedan grandes pufos económico-financieros. Lo que acostumbra a diferenciar el grado de desarrollo en una civilización son los cortafuegos y garantías que algunas comunidades interponen para evitar las repeticiones y la desprotección de los menos informados.
Todavía recordamos el escándalo Enron en Estados Unidos. La energética se infló artificialmente en la bolsa hasta que se supo que la mayoría de su contabilidad era un complejo sistema de cruces entre la matriz y las filiales que elevaba el valor y las cuentas de manera engañosa. Luego llegaron las hipotecas subprime, que tenían algo de similar, y más recientemente en España varios casos de gran simbolismo.
Primero fue la salida a bolsa de Bankia en unas condiciones y con unos criterios que pasarán a la historia como ejemplo de lo que debe evitarse. Más reciente fue descubrir que el gigante Pescanova era un mero enano empresarial con los pies de barro y que con un oscurantista entramado societario engañaba a accionistas, clientes, bancos y proveedores.
Lo último en el timo patrio ha sido la quiebra de Gowex. Poniendo a la empresa como ejemplo, Ana Botella recuerda mucho a aquel Jordi Pujol en los años en los que decidió que el condenado delincuente económico Javier de la Rosa era un empresario modélico.
Los impulsores de esta empresa de conectividad a internet han admitido que falsearon la contabilidad y que de lo dicho, nada. Pero se han paseado por el mercado, como antes lo hicieron la Bankia de Rodrigo Rato o la Pescanova de Fernández Sousa. Visto lo visto, dudo de que en EEUU vuelvan a repetirse escándalos como los de Enron y Lehman Brothers, porque la SEC (el equivalente a la CNMV española) ha puesto más controles y arbitra con más garantías.
Aquí, ni el Banco de España se enteró de la crisis de las cajas de ahorros ni la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) han sido capaces de proteger a los inversores y ahorradores en los casos mencionados. Ese es el mayor drama español: una crisis de confianza en las instituciones que demuestra nuestra incapacidad para alcanzar altas cotas de desarrollo democrático y social. ¿Cómo no van a producirse estafas como la de Gowex si los guardianes del mercado siguen practicando la caza de moscas?