Generación sobrecualificada en Euskadi

Llamativo titular,  «El País Vasco creará algo más de 300.000 puestos de trabajo entre 2014 y 2024, de los cuales el 80% serán para cubrir jubilaciones, según un informe realizado por Laboral Kutxa». Pero y esto, así, a botepronto, a qué se debe, se pueden preguntar algunos. Una palabra: demografía.

Hay una diferencia de más de 100.000 individuos al año entre el grupo de los que están entre 55 y 64 años (que afrontan sus últimos años trabajando) y los que tienen entre 15 y 24 años, que son los que se incorporan al mercado laboral.

Creamos empleo a lo grande y encima tenemos la menor tasa de paro de todas las regiones de España (eso sí, con una preocupante tendencia a la temporalidad). Obviando los «pequeños» detalles y centrándonos en lo macro parecen buenas noticias. ¿Palmadita en la espalda? ¿Autocomplacencia?  No. Gracias.  

Mejor ser cautos. Y cuidado con esto, porque hay dos factores en juego que son una bomba de relojería si no se gestionan bien. Envejecimiento de la población y una nueva generación que entra de lleno en el mercado laboral.

A diferencia de la media europea, el País Vasco ha perdido población, en concreto población en edad de trabajar, pero sin embargo ha creado más empleo. Son muchos los nuevos trabajadores que van a incorporar al mercado laboral.

Corrijo, a un mercado laboral cambiante. En un marco socioeconómico tornadizo.  Enfrentado a nuevas condiciones. Y con un riesgo de sobrecualificación del que ya alertan las organizaciones empresariales.

De hecho, junto con estas cifras viene la letra pequeña de que harán falta trabajadores vinculados a la industria tecnológica. Dicen que urge formar jóvenes con una cualificación intermedia basada en los ciclos formativos de grado medio y enfocado al sector de la industria.

Resulta irónico. Somos la comunidad con mayor volumen de trabajadores, un 56,8%, en un puesto muy por debajo de su formación. Al mismo tiempo, los estudios universitarios no se adecuan en muchos casos a las necesidades de las empresas.

Esto provoca que pese a la elevada tasa de paro las compañías se encuentren con dificultades para encontrar a los candidatos idóneos. Y es que, la formación de los españoles ha aumentado de forma vertiginosa en los últimos años.

Sin embargo, el modelo productivo no ha seguido este ritmo, y los requerimientos de formación de los puestos de trabajo no se terminan de adaptar a esta tendencia. Las compañías tienen problemas para cubrir determinados puestos por la falta de formación adecuada. Y aquellos que tienen estudios superiores se ven condenados a la frustración a tiempo completo.

¿Estoy con esto insinuando que se vacíen las universidades? Ni mucho menos. ¿Estoy con esto diciendo alto y claro que hay que corregir estas disfuncionalidades, dando más impulso a la Formación Profesional y formando a los estudiantes de manera más practica? Por supuesto.

Hay que orientar el estudio a la inserción laboral. Estamos ante un problema de desajuste. Un desajuste de competencias.  Lo que hay hacer es tomar nota del sistema europeo. No se trata de incentivar que se dejen las universidades para adorar en masa al FP.

Hay que incentivar que aquellos que no tienen una cualificación se lancen a la Formación Profesional de grado medio. La misma que en nuestro país ha sido ninguneada y relegada al eterno segundo plano durante décadas. Ahora resulta que hace falta. Hagámosla más visible.

La sobrecualificación debe ser transitoria. Temporal. Si no lo es, si se estanca, si se enquista, no avanzamos. Las competencias específicas de ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas se seguirán demandado por las empresas también a largo plazo. Pero hay que añadir otras.

Me encantaría decir que el mercado de trabajo debería adecuarse a lo que la oferta ofrece. Pero eso es demasiado ingenuo para los tiempos que corren. La realidad impera. Si España no hace un esfuerzo por adaptar la formación a las necesidades empresariales, se dará el caso de que muchos profesionales no encuentren trabajo, pese a las vacantes existentes en el mercado, por no responder a los requisitos exigidos.

Y ahí, díganme ustedes como llenamos ese hueco sin lastrar el desarrollo económico y la  productividad. Ese nada desdeñable hueco de las jubilaciones.