Furia en el electorado

La desigualdad de ingresos extrema en Estados Unidos es indudablemente el viento que aviva las llamas de la furia de un electorado cada vez más frustrado y molesto con un sistema electoral primario visiblemente manipulable y posiblemente fraudulento. Es más, la percepción popular es que el sistema electoral a nivel primario es profundamente antidemocrático.

La faceta antidemocrática del sistema electoral en las elecciones primarias ya está fermentando en la conciencia nacional en un grado jamás anticipado por las élites de ambos partidos.

Es precisamente esta faceta profundamente antidemocrática en el corazón de la política norteamericana lo que explica la tendencia y la inhabilidad del electorado de proteger sus propios intereses económicos y civiles durante el curso de una generación entera. Y hace muchísimo por explicar por qué el 1% de la población estadounidense es dueña de más riqueza que un 90% de la población restante.

La existencia de los súper delegados demócratas y los delegados no sujetos republicanos en números calculados para asegurar la nulidad del voto popular en el caso de que no coincida con las testas coronadas por los jefes de los partidos reinantes, hace de las elecciones primarias una posible traición. Tanto los súper delegados como los delegados sujetos son libres para votar independientemente del voto popular, aunque sea en contra.

Para un electorado cada vez más desilusionado con un sistema económico calificado de cruel por disidentes de Wall Street, tal y como ha explicado el independiente The Guardian de Londres esta semana, la perpetuación del status quo ya no puede ser mantenida con la esperanza del logro del mitológico ‘Sueño Americano’.

El ‘Sueño Americano’ ha sido la promesa política de que cada generación superaría a la previa en términos de logros económicos y educativos. Es imposible sobreestimar el impacto que ha tenido la desaparición de la superación generacional sobre la psiquis norteamericana.

Se especula que la particularidad del nacimiento de Cruz en Canadá pudiera ser una herramienta del mismo partido republicano, que ante una impugnación demócrata sobre la legalidad constitucional de la candidatura presidencial de Cruz, después de un espectáculo de protestas, podría ceder. En ese sentido, Cruz seria el «caballito» de Troya, aunque no como el neoyorkino Donald Trump ha descrito.

Se vaticina de que para un electorado cada vez más educado e informado en la era digital, cualquier operación de las elites políticas durante las convenciones para las nominaciones presidenciales en julio no será visto con gracia, y se traducirá en una inmediata y proporcional defección de votantes.

Parece que las elites de ambos partidos en Washington no se han tomado la molestia de estudiar la historia. Tanto las revoluciones de 1879 contra Luis XVI como las de 1917 en Rusia obedecieron a una misma causa: la población habría sufrido una gran hambruna, y la corona se negó a abrir los graneros, aunque estaban llenos de trigo.