Funeral en el partido de los socialistas catalanes

Cualquiera puede quitarle la vida a un hombre libre, pero no la muerte; mil puertas abiertas conducen a ella”

William Shakespeare

Los socialistas en Catalunya están de entierro. En un tiempo récord han sepultado todo lo acumulado durante años. Por la cloaca se escapa un inmenso poder cincelado durante más de tres décadas en el municipalismo. Con él, seguramente se escapa ese granero catalán de votos que permitió a Felipe González, primero, y a José Luis Rodríguez Zapatero, después, gobernar España.

 
Si el PSOE se refunda en Catalunya llegará tarde a la misa; los nacionalistas del PSC pueden recalar en ERC e ICV

La salida de Pere Navarro como primer secretario del Partido de los Socialistas Catalanes (PSC) es sólo el corolario a un profundo deterioro cuyas razones y culpables se esfuerzan todos los analistas en buscar y sobre los que no existe ni la más mínima coincidencia. Mientras unos achacan el inicio de la caída en desgracia del socialismo catalán a los inventos de Pasqual Maragall para gobernar la Generalitat después de décadas de pujolismo, con el consiguiente y discutido proyecto estatutario, otros los atribuyen al entreguismo de José Montilla y sus sucesores al socialismo español, lo que supuestamente habría dinamitado el socialismo de corte nacionalista que dirigía al socialismo de corte obrerista y metropolitano.

En cualquier caso, la ambigüedad y la circulación gregaria del PSC con respecto de Convergència i Unió en las cuestiones estrictamente catalanas sí que le han pasado factura en estos momentos, cuando es obvio que ya no son tiempos de indefinición, sino de lo contrario.

El escenario que se abre tras la sepultura del cadáver político es incierto. No sería de extrañar que el PSOE intentará refundar su partido en Catalunya. Si lo hace, llegará tarde a la misa y sólo un indiscutible liderazgo en España le permitiría contar con alguna oportunidad. Los nacionalistas del PSC, supuestamente envueltos por el eufemismo del catalanismo político, lo tienen más claro y siempre pueden recalar en ERC o ICV, según su acento social y su visión del progreso, la distribución equitativa de la riqueza y, por supuesto, de la igualdad de oportunidades.

Navarro ha sido el último conductor del socialismo catalán. Ha conseguido la misericordia de muchos ámbitos, incluso algunos que le eran poco propicios, como el empresariado. Pero si no ha sido libre en el tiempo en el que ha dirigido ese decadente partido, ahora sí lo ha sido para decretar su muerte política. Seguro que a partir de ahora en el socialismo catalán cualquier tiempo pasado siempre será mejor.