Frankenstein vive, la lucha sigue
Cada vez que Pedro Sánchez ha cedido a una exigencia política ante uno de sus socios, este se ha ido creyendo cada vez más importante, cada vez más imprescindible
Hay que reconocer que este Frankenstein que nos gobierna es más resistente y duro de pelar de lo que en un principio parecía. Demasiadas piezas y demasiado diferentes, decíamos todos cuando salió de la fábrica monclovita, augurando así escaso recorrido al monstruito político. Pero lo cierto es que ha demostrado que su aparente inestabilidad, sus tumbos, tropiezos y esa zancada torpe que anuncia una inevitable caída, no es tal. Se construyó contra natura, pero está unido por un material que en España se fabrica como en ningún otro sitio: la venganza.
Desde que Rodríguez Zapatero descubrió que difícilmente el PSOE podría gobernar en España si no era con el apoyo de los sectores más radicales de la izquierda y el nacionalismo y arrastrando a la derecha a la trinchera del franquismo, nuestro país no ha parado de viajar hacia una deriva frentista que alcanza ahora su momento más delicado. Con Pedro Sánchez, Podemos, ERC, Bildu, el PNV y otros retales políticos la sociedad española contempla, atónita y dividida, el incendio diario con que se desayunan los medios de comunicación incluidas las redes sociales.
A la izquierda y al independentismo vasco y catalán les une el deseo de vengar un pasado guerracivilista que les dibuja como víctimas y que por tanto les coloca en este momento, están convencidos de ello, en el lado correcto de la historia. Así que ahora les toca gobernar a ellos, hacer y deshacer. Y que nadie se ponga delante. Y menos el PP, responsable histórico de todas las desgracias de la dictadura. Responsable de todos los males pasados, presentes y futuros.
Lo dice Pedro Sánchez, solo la izquierda da respuesta a las reivindicaciones de la gente de bien de nuestro país: al feminismo, al LGTBI, los inmigrantes, a la clase trabajadora y a quienes solo querían un referéndum de independencia para dejar de ser españoles. Ella, la izquierda, es la única que les defiende. Porque está en el lado correcto de la historia, y eso te exime incluso de tener que rectificar si te equivocas. Porque en realidad no te has equivocado. Es lo que la derecha quiere que parezca. Y por eso ni Irene Montero ni Grande Marlaska dimitirán ni serán cesados nunca. Ellos están llamados a una misión superior que les exige ser inflexibles.
Sánchez ha ido suministrando poder entre sus socios como quien vende papelinas
Hay quien cree que Pedro Sánchez no ha hecho otra cosa que conceder a sus socios de Gobierno todo cuanto le han pedido y que a cambio ha conseguido alargar su estancia en la Moncloa. Y es cierto. Pero no todo se resume en ese trueque tan básico y elemental. Cada vez que Pedro Sánchez ha cedido a una exigencia política ante uno de sus socios, este se ha ido creyendo cada vez más importante, cada vez más imprescindible. Se ha sentido parte indiscutible de un gobierno progresista, pionero en nuestra historia, llamado a transformar, por fin, la España derrotada en la España que triunfa.
“Nos dejaremos la piel”, repiten unas y otros. Sánchez ha ido suministrando poder entre sus socios como quien vende papelinas. La droga ha ido entrando por las venas de ministras, ministros, vicepresidentas y vicepresidentes hasta el punto de tenerlos a todos enganchados para su causa. Solo con él, con Sánchez, tendrán la oportunidad de vengarse del pasado, de enarbolar de nuevo las banderas que llevaron sus padres, aunque sea en forma de sello y con colorines.
Puede que Pedro Sánchez esté perdiendo votos en las encuestas, pero las elecciones son dentro de un año
Solo así se entiende que puedan defender y aprobar en el Consejo de ministros, de manera colegiada, leyes como la del “solo sí es sí”. Que hagan lo mismo con el Código Penal para que desaparezca el delito de sedición porque lo pide ERC. Veremos qué pasa con el de malversación, de más difícil encaje. O que se eche a la Guardia Civil de Navarra por exigencia de Bildu, que ya ha conseguido el tercer grado para numerosos presos de ETA.
Puede que Pedro Sánchez esté perdiendo votos en las encuestas, pero las elecciones son dentro de un año. Hasta entonces y con los Presupuestos que aprobará en breve se garantiza un año más de Frankenstein. Es decir, un año más para reforzar, con el soplete de la venganza, esa alianza contra la derecha que forman sus socios de investidura. Y ahí caben también todas las instituciones del Estado, medios públicos bajo su control, que trabajarán a favor de obra.
Núñez Feijóo dijo el otro día en el Senado que el Gobierno está en llamas. Es verdad que echa humo. Pero me temo que pueden ser los gases de combustión de un motor que quieren poner a pleno rendimiento. El líder del PP va a tener que demostrar paciencia, constancia y arriesgar lo justo. Intentarán atropellarlo antes de las municipales y autonómicas. Solo si llega vivo y sale reforzado se podrá plantear derribar al monstruo. Intentarlo antes sería un error.