Franco en la campaña y el regreso del No-Do

Pedro Sánchez quiere que la exhumación del dictador conste en su currículum de méritos

El futuro político de España dependerá, sobre todo, de la deriva del desafío secesionista en Cataluña y no del traslado de los restos mortales de Franco. Pero si Pedro Sánchez decidió extraer los restos del dictador del Valle de los Caídos, tres semanas antes de las elecciones generales, es por pura necesidad. Electoral, por supuesto. Por la conveniencia de desviar el foco.

La tensión sufrida en la última semana en Cataluña con la percepción de que el gobierno en funciones se encontraba en un callejón sin salida, confundiendo la moderación con la inacción, ha provocado que el presidente en funciones y candidato socialista haya recurrido a lo que él cree su gran baza electoral. Que no es acabar con el paro, ni mejorar las listas de espera en los hospitales. No. Su medida estrella es la ‘operación Franco’ consistente en expulsar sus restos del Valle de los Caídos, 44 años después de su muerte, y cambiarlo de tumba a un lugar del Pardo que ni siquiera ha podido elegir su familia.

El Gobierno necesita desviar el foco de atención de Cataluña

Gracias a la Ley de Memoria Histórica que impulsó Rodriguez Zapatero y al visto bueno del Tribunal Supremo, el candidato Sánchez querrá pasar a la historia como el líder socialista que eliminó los últimos vestigios del franquismo, al desposeer al dictador (mejor dicho, a su tumba) de cualquier símbolo de distinción. El partido sanchista del 2019 hablando de la gran victoria de la democracia cuando, en realidad, el régimen del dictador estaba ya amortizado desde hacía más de cuarenta años, para que así conste en acta de campaña, ocupe los titulares de los próximos días y nos parezca que el No-do vuelve a entrar en nuestros hogares, como en la etapa real del franquismo.

La necesidad de Pedro Sanchez de desviar la atención de Cataluña hacia el itinerario mortuorio de los huesos de Franco era perentoria. En la antesala de la campaña electoral . Aunque ¿quién sabe? Quizá ese movimiento acabe por dar mayores réditos electorales al centro-derecha y, de paso a Vox, que es el único partido que ha protestado por la mudanza fúnebre.

Su empeño en regresar al pasado no le está reportando de momento grandes beneficios en la intención de voto que detectan los sondeos. Quizás logre mantenerse, a lo sumo, donde se quedó en las pasadas elecciones.

¿Tantos movimientos en falso para quedarse como estaba? Pero en la Moncloa calcularon que la exhumación iba a contentar al electorado de la izquierda aunque la pelea contra los huesos del dictador (como lo llegó a definir Alfonso Guerra) no haya sido un problema que haya quitado el sueño a la mayoría de ciudadanos. De hecho, casi el 50 % de los habitantes de nuestro país son menores de 44 años. Es decir, que no conocieron ni sufrieron al dictador contra el que ahora la izquierda y los nacionalistas plantean una batalla post mortem.

La resurrección de los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil y la vuelta a las dos Españas no parece que vaya a movilizar mucho voto de los desengañados sin causa, de los anti-franquistas que no lucharon contra aquel régimen, en vida.

En un país donde seguimos teniendo tantos problemas para consensuar un relato sobre la historia más reciente (la trayectoria de ETA, la desafección de una parte de los catalanes hacia España), los bandos vuelven a rebrotar gracias a la ley de memoria histórica y Franco, quién nos lo iba a decir, sigue presente.

Mas allá de la iniciativa aprobada por el propio Congreso de los Diputados, la exhumación, tan extemporánea, llega en momentos en los que este país está teniendo que afrontar desafíos del presente tan preocupantes como el chantaje totalitario de los independentistas catalanes.

Pero Sánchez, que, en el pulso planteado por el poder catalán, no piensa hacer ningún movimiento que pueda molestar a sus posibles socios de ERC, quiere que en la campaña conste la exhumación de Franco en su currículum de méritos. Como la “victoria de los vencidos”.

La vuelta a las dos Españas no servirá para movilizar mucho voto de izquierda

Un socialista histórico como Francisco Vázquez (ex senador, exembajador ante la Santa Sede y exalcalde de La Coruña) se dio de baja de su partido cuando se aprobó la Ley de Memoria histórica de Zapatero. La consideró como “la mayor manifestación de totalitarismo”, sectaria y revanchista. No es una memoria para todos mientras solo se mencionen a los que padecieron persecución y odio en un solo bando.

La discreción prometida desde el Gobierno no ha fue tal. No han podido sustraerse a la tentación de recurrir al espectáculo mediático. Estamos en campaña. Sin saber si el Estado va a ser capaz de hacer cumplir la ley en Cataluña. Pero con la recuperación del No-do en la sobremesa. ¿La exhumación de Franco cierra el ciclo del franquismo? ¿Seguro? Con Pedro Sánchez se admiten apuestas.

Ahora en portada