Francia cae, España se levanta. ¿Cómo leerlo?
John Lewis es al Reino Unido lo que El Corte Inglés a España. Se trata de una cadena de grandes almacenes con presencia en las principales ciudades del país y un modelo comercial muy similar al del gigante español de los centros comerciales.
Su director general se ha descolgado en las últimas horas con unas declaraciones de las que dejan a la Unión Europea más atónita que cuando hablan sus comisarios. En su opinión, la economía francesa está “esclerótica”, además de depresiva y desesperada. Recomienda sacar las inversiones del país. Es una forma de decir con claridad que su empresa, que estaba en fase de estudio de una inversión en comercio electrónico en el país galo, no apuesta por una economía que tiene algunos problemas objetivos, pero sobre todo un situación subjetiva de difícil resolución en lo político y en lo económico.
Francia es un país europeo con un alto grado de estado del bienestar que se defiende con un perfil político de corte socialdemócrata, incluso cuando gobierna la derecha. Ese estado tan poderoso y dimensionado, junto a un sector agrario acostumbrado más a la subvención que a la eficiencia, son ahora un lastre difícil de soportar en los tiempos que corren y suficiente razón para que un empresario británico, liberal y competitivo diga lo que dice de los franceses.
Un estallido de la economía francesa sería una mala noticia para Europa, pero en especial para España. Las interrelaciones entre ambas economías es tan estrecha y dependiente que, al final, un resfriado francés es casi una gripe en España. Sería una lástima que nuestros vecinos del norte no tuvieran política y estratégicamente la grandeza (grandeur le llaman ellos) para evitar el colapso. Sobre todo, cuando aquí parece que, con todas las cautelas y prudencias, la situación remonta a ritmo de motor diésel.
Que la economía española está cogiendo un ligero vuelo no lo decimos los optimistas, sino los pesimistas del Fondo Monetario Internacional. Sus previsiones para este año y el próximo son incluso superiores a las del gobierno de Mariano Rajoy. Estamos, con mucha probabilidad, ante una de las mejores noticias de los últimos tiempos en materia económica. Mucho más cuando lanzamos la vista hacia el norte. Eso, pese a los riesgos en el vecindario, es un alivio o el consuelo de los tontos.