FP integral y dual

Se ha aprobado en el Parlamento la Ley de la Formación Profesional (FP). Sin tiempo de entrar en detalles del texto, nos debemos felicitar porque finalmente, con muchos años de retraso, se haya puesto en marcha el modelo que era necesario.

Tras trabajar en institutos vinculados a la FP y después en la educación secundaria con módulos profesionales, ya antes de mis pasadas tareas parlamentarias, era consciente del modelo ideal que necesitábamos: un híbrido entre la FP integrada de Euskadi y la formación dual de Alemania. Integrada porque eran evidentes ya hace 20 años las disfunciones que provocaba tener separadas la FP reglada pensada para adolescentes y dependiendo de la consejería de Educación, la formación ocupacional pensada para parados y responsabilidad de la consejería de Trabajo y, finalmente, la formación continuada por el reciclaje de trabajadores en activo en manos del FORCEM, donde mandaban patronales y sindicatos.

El primer problema es la ineficiencia. La formación reglada tiene unas instalaciones que no se pueden aprovechar por la ocupacional y continua. Estas últimas, que son ofrecidas en muchas ocasiones por empresas privadas, han sido un foco de corrupción y comisiones a partidos del Gobierno, sindicatos y patronales, que aún continúa vivo en algunos juzgados.

La FP reglada, por otro lado, está demasiado lejos de la empresa porque se ha perdido en el corporativismo sindical y en la permeabilidad que existía en el anterior sistema de Maestria industrial, donde una parte del profesorado eran técnicos de industria que hacían horas complementarias en la escuela. Por eso la necesidad de adoptar el modelo dual alemán donde se asegura que al menos la mitad de las horas de aprendizaje se realizan en las empresas. Obviamente, el corporativismo anticuado protesta ante lo que tilda de explotación de los estudiante. Desde una posición a favor del interés general, no de quienes ya tienen trabajo, es evidente que se trata de un periodo de la mejor formación y esta no se tiene que cobrar, porque la empresa ya pone en especie horas de enseñanza.

Esperamos que esta vez sea la definitiva. Son décadas perdidas. Reconozco que con el Gobierno de izquierdas se pusieron las bases para la FP integrada, pero por las endémicas contradicciones entre las consejerías de Trabajo y Enseñanza, de ayuntamientos, sindicatos y patronales, se retrasó el proceso.

Para acabar, reproduzco partes del debate parlamentario del periodo legislativo 1995-1999, para que vean que la cosa viene de lejos. Primero, el contenido parcial de varias mociones promovidas por mí mismo, a través del grupo de Esquerra Republicana:

  • Crear un organismo de coordinación de los departamentos de la Generalitat implicados en la formación profesional que permita una planificación coordinada de la formación profesional y de las familias profesionales.
  • Garantizar la formación en centros de trabajo, potenciando los mecanismos que faciliten la relación escuela/ empresa y mantener la figura del coordinador o coordinadora de prácticas en los institutos de enseñanza secundaria que imparten FP.
  • Presentar en el Parlament, un programa en el que se desplieguen las previsiones del Pacto para la Ocupación, en cuanto a la formación ocupacional y se concreten líneas de coordinación de la formación ocupacional con la formación profesional reglada y con la formación continuada (FORCEM).
  • Ampliar la capacidad de control y de inspección sobre los cursos de formación ocupacional. Entregar anualmente a los grupos parlamentarios toda la información en lo referente a las subvenciones destinadas a formación ocupacional, con coste, contenido de los cursos de formación y grado de inserción de los participantes; con datos acumulados de empresas, entidades o personas que actúan como entidades colaboradoras y relacionadas entre ellas, organizativamente o por otros vínculos.
  • Fomentar la presencia suficiente, en los cursos de formación ocupacional, de módulos destinados a promover la cultura emprendedora.

Añado algunos párrafos de mi intervención (el 17 junio de 1998) a raíz de la aparición de las primeras informaciones sobre presuntos fraudes en la formación ocupacional:

  • «El modelo de formación ocupacional instalado en Cataluña no da garantías de eficiencia. El hecho de que las subvenciones se obtengan gracias a presentar determinados índices de inserción no es garantía de nada. (…)
  • Otro elemento importante que explicaría algunos de los usos clientelares es el derroche de recursos. La distancia entre el valor que tienen los cursos, real, y el que se le da a la hora de entregar las subvenciones es alta. (…)
  • Hay una tendencia por parte de centros colaboradores en alquilar o realquilar instalaciones o profesorado, y aquí es donde se encuentra la desviación entre lo que se cobra de subvención y lo que se paga realmente a los instructores y lo que cuestan los cursos. (…)
  • Estos dos aspectos, la no garantía de eficiencia y un cierto derroche de los recursos públicos destinados a formación ocupacional, nos traen a la puerta de lo que podríamos denominar un cierto clientelismo en el uso de estos fondos.(…)
  • Habría otro aspecto, que sería la misma calidad de la oferta de la formación ocupacional.(…) Yo pienso que se hace mucha formación ocupacional de pizarra y lápiz, pero, en cambio, se necesitaría una metodología propia para el parado en general, sobre todo los parados de difícil inserción, que son gente que ha rebotado del sistema escolar, y haría falta una pedagogía especial. Yo creo que se ha hecho poca mención a la necesidad de disponer de un modelo pedagógico también para la formación ocupacional y esto, junto a la proliferación de entidades, provoca que se detecte una calidad muy diversa; existen centros que funcionan muy bien, no lo dudo, pero también existen chiringuitos auténticos que son para cubrir el expediente.(…)
  • Yo creo que el señor consejero tendría que explicar aquí, con números consolidados, qué aportaciones reciben las patronales, determinadas empresas vinculadas a determinados partidos políticos; y decirlo con números acumulados, porque existe una gran maraña de entidades en la que es fácil perderse.(…)»

Delante mío, tenía el consejero Ignasi Farreres.