Finlandia: el país más feliz es el más acongojado
¿Qué ocurre en Finlandia? Es imposible justificar el auge de los ultras con los datos de bienestar en la mano
Probablemente, una variopinta coalición de izquierdas, encabezada por los socialdemócratas, gobernará Finlandia durante los próximos años. Sin embargo, las sonrisas se han borrado de la faz del país más feliz del mundo –ONU dixit-
En efecto, las elecciones del domingo proporcionan una lectura ambivalente y muy preocupante. El centro que gobernaba se ha hundido. La extrema derecha ocupa la segunda posición, a unos pocos miles de votos de los socialistas.
El partido de extrema derecha de Finlandia roza el poder
Celebración helada. Circunspección. Finlandia se ha salvado por un pelo de caer en manos de la extrema derecha. Agrava la situación la siguiente circunstancia: en la pasada legislatura, los Verdaderos Finlandeses, que así se llama la extrema y descarada derecha, estaba en el gobierno con varios ministerios a su cargo, por lo que tuvieron que moderarse.
Consecuencia, una escisión. Pero los escindidos se han hundido en las urnas. De modo que los radicales – hasta dónde hemos llegado, que incluso en la extrema derecha cabe distinguir entre moderados y radicales-, han mantenido sus resultados a pesar de mostrarse como verdaderos ultras.
El partido de la extrema derecha, islamófobo, xenófobo, euroescéptico, capaz de igualar e incluso superar la mayores barbaridades que se puedan oír boca de Marine Le Pen o Matteo Salvini, roza el poder.
La sociedad finlandesa se parece a la de Suiza o a la de Canadá: son extremadamente tolerantes
No lo ha alcanzado pero lo acaricia. En el país, repitámoslo hasta la saciedad, considerado como el más feliz del mundo. Las alarmas deberían encenderse al rojo vivo. No compensa ni sirve de mucho consuelo el avance de los verdes y otras formaciones de izquierdas.
¿Qué ocurre en Finlandia? Es imposible justificar el auge de los ultras con los datos de bienestar en la mano. Finlandia no es como Italia o los demás países europeos que sufren la avalancha, por otra parte menguante, de la inmigración ilegal.
En muchos aspectos, Finlandia se parece a Suiza, o al Canadá. Se trata de sociedades en extremo tolerantes, lingüísticamente diversas, con democracias muy bien asentadas. Es más, en estos países, la inmigración está bien regulada, y en Finlandia muy restringida. Aún así… tal vez por eso…
Los problemas de Finlandia
Finlandia tiene, precisamente por la escasez de la inmigración, un grave problema de envejecimiento de la población. Eso dispara los costes de la sanidad, la asistencia y las pensiones.
De ahí la inquietud y la división de la sociedad. Los socialistas han ganado porque prometen no reformar a la baja el estado del bienestar. Si no lo consiguen, lo cual es probable, el futuro se presenta aciago.
Ante el temor por la disminución del nivel de vida, ciertamente elevado a las mayores y más generalizadas cotas que ha conocido la humanidad, pueden darse dos reacciones.
La primera, la sensata, consiste en repartir la carga de los costes de la longevidad y apretarse un poco, sólo un poco, el cinturón. Es lo que han intentado, sin éxito, los centristas que han gobernado en los últimos años.
La segunda consiste en culpar a los de fuera, a los inmigrantes, de los propios males. No importa, en este caso, que más del 93% de la ciudadanía sea étnicamente finlandesa y que el mayor grupo minoritario sea el de los suecos -que no llega al 6% y aún así el sueco es lengua cooficial-.
La cuestión es buscar, y para muchos encontrar, el enemigo en el extranjero que supuestamente viene a quedarse con una porción desorbitada de los beneficios sociales que (también supuestamente) no han contribuido a generar.
Ahí puede estar el problema: la tasa de inmigración es francamente baja. Sólo el 6% de la población de Finlandia ha nacido fuera del país -frente al 30% de Suiza o el 13% de España-.
¿Dónde está entonces el verdadero problema, si la proporción de inmigrantes, de manera especial la de origen musulmán, es irrisoria si comparamos Finlandia con Francia o Alemania?
La falta de inmigración, un problema para Finlandia
El problema es la explotación del temor, de un temor irracional, a través de la mentira. Si hubiera más inmigrantes en Finlandia, siempre regulados porque allí lo están, es muy probable que la extrema derecha no tuviera tanto apoyo en las urnas.
Los inmigrantes suelen ser jóvenes cuyos costes de reproducción y educación no ha pagado el país de acogida, y que además contribuyen a equilibrar el envejecimiento de la población. Pero como Finlandia cuenta con una inmigración tan restringida y escasa, sus beneficios no resultan perceptibles.
La extrema derecha finlandesa ha podido convertir a los inmigrantes en culpables del malestar cuando el mayor causante de la angustia es precisamente la escasez de dicha inmigración.
Con bajas tasas de natalidad y tan pocos inmigrantes, la población envejece, se vuelve egoísta y vota a quien desvía la atención señalando a falsos culpables.