¡Ficosa, qué cosa!
En las últimas horas he podido leer el comunicado de la dirección de Ficosa Internacional dirigido a sus trabajadores en la que niega la información sobre la empresa publicada el jueves por este medio de comunicación. La nota oficial no es de gran altura, de hecho esta compañía está especializada en realizar propaganda de sus acuerdos para producir productos, de sus reconocimientos internacionales, de los viajes que hace con políticos del signo que sea y de cualquier otra actividad habitualmente intrascendente para el futuro y para la plantilla. Nos niega (acuérdense de los bíblicos Judas y Pedro), pero no explica lo cierto.
Si Ficosa fuera una compañía cotizada, de las reguladas por normativas de transparencia de los mercados, lo suyo sería de sanción y multa. Porque la propiedad de la compañía ha dado mandato a un banco de inversión para que prepare su futuro. Y el futuro pasa, aquí nos reiteramos, por trocear sus actividades y activos y colocarla ante inversores asiáticos, que sí están interesados en algunas divisiones del grupo de accesorios para la automoción.
Pero no toda la propiedad falta a la corrección, sino sólo la familia Pujol. El resto, los Tarragó, no se enteran de nada de lo que sucede en la compañía. Fueron apartados y pleitean, como hemos explicado con reiteración. De hecho, hace apenas unos días tuvieron un consejo de administración que duró literalmente media hora. Y si no lo saben, cómo nos lo van a explicar. Pues bien, desde el presidente Josep Maria Pujol Artigas (líder del metal catalán, ¡qué miedo!) hasta su hijo, el consejero delegado, Xavier Pujol, saben que no están explicando sus intenciones reales o, mejor dicho, sus necesidades inmediatas. Y mentir, en determinadas confesiones, es un grave pecado. No por los mercados, que ya se encontrarán en el futuro lo que corresponda, sino por una plantilla que desde hace ya tiempo está viviendo una angustia profesional que no se corresponde ni con la marcha del sector de Ficosa ni con el dinero que los ciudadanos catalanes hemos invertido en esa empresa a través de créditos de la Generalitat. Quizá algún día toque hablar, y muy en serio, de gestión.
Un servidor se ha leído entero el sumario judicial del caso ITV, en el que también sale a relucir cómo los gestores de Ficosa (en concreto, los Pujol, contra la opinión de los Tarragó) se hicieron con la antigua Sony. Eso, y más cosas. Puede que no sean consideradas ilegales, pero sí que algunas resultan completamente inmorales. Por eso confío en que los Pujol algún día explicarán la verdad. De lo que sea, seguro.