Vaguedad o claridad política
La recuperación económica debe abordarse con datos concretos y verificables, desde la certidumbre y atendiendo a lo verdaderamente importante
Durante varios meses desde el inicio de la pandemia, se impuso la vaguedad e incluso la ofuscación política para abordar los problemas; ahora es el momento de tomar cierta distancia y apostar por la claridad política. Hace tres meses, el futuro era incierto, borroso y lleno de dudas sanitarias; hoy, la gestión política está en condiciones de dejar atrás la indefinición política y empresarial para centrarse en buscar logros políticos concretos y beneficiosos para los ciudadanos.
Este cambio de escenario puede ser muy positivo si se despejan las dudas sobre cuáles son las motivaciones para afrontar los próximos meses políticos, tanto del gobierno como de la oposición. La recuperación económica solo se puede abordar dando datos concretos y verificables. La fase dominada por la incerteza sobre hacia dónde nos conduce la crisis de la Covid 19 ha terminado.
Hoy sabemos que en marzo del 2021 dispondremos de varías vacunas para dominar la tiranía de la Covid 19. Hoy sabemos que Europa quiere poner sobre la mesa más de un billón de euros para abordar su plan de ayudas. Sabemos que los ciudadanos quieren volver a la normalidad y destruir la ilusión de convivir con la Covid 19 como forma de extender la política de confinamiento.
Sumemos a esto que todas las fuerzas políticas priorizan ahora la recuperación económica como extensión de la lucha sanitaria contra la Covid 19 para exigir mayor claridad en los objetivos que se pretenden conseguir. En los próximos tres meses la política española deberá estar más atenta a Europa que a la mesa de negociación con Cataluña, más proclive a prolongar los ERTE que a subir los impuestos, más comprometida con las ayudas empresariales que a aumentar el gasto público.
Alejar lo superficial: centrarse en lo primordial
La claridad y precisión política debe primar en estos momentos de crisis sanitaria y económica. Para ello, es esencial que los actores políticos no se consuman en falsos consensos o falsas disputas. Después del verano, los ciudadanos no van a priorizar su ideología política a su cuenta corriente. Será entonces cuando la vaguedad política reflejará el fracaso de la política.
La fase en la que nos precipitamos, muy cerca de encontrar la vacuna sobre la Covid 19, nos hace ver que la acción política no debe estar dominada por debates superfluos sino estar dispuesta y capacitada para inyectar recursos a los autónomos y a las empresas. Si el 14 de marzo la vaguedad política podía ser comprensible, cuando llegue el 14 de septiembre no servirá para abordar los últimos tres meses del año.
La mesa de recuperación económica, tan necesaria para debatir, puede acabar siendo negativa si queda desdibujada con logros de consenso que no generan soluciones económicas concretas para los ciudadanos. La política española se juega su credibilidad no en las urnas sino en las cuentas corrientes de los ciudadanos.