La clase discutidora del independentismo

El bloque soberanista se encuentra dividido entre los partidarios de la gobernabilidad y una clase discutidora incapaz de dar una salida al bloqueo

El síntoma de que un proyecto político se agota es cuando se percibe que para los cargos electos es más importante tener un lugar en la política que hacer política. Una parte del independentismo político está planteando el dilema de hacer o no hacer gobierno cuando realmente se hace visible que lo que está en juego para ellos es no perder el lugar que habían presidido en la política.

La evidencia de que todo gira alrededor de la supervivencia queda constatada en la posición del bloque que lidera Carles Puigdemont, consistente en poner dificultades a la gobernabilidad de Cataluña.

Las razones políticas, morales y emocionales activadas por Puigdemont, siendo legítimas y algunas necesarias para aflorar un debate político sobre cómo avanzar en el futuro de Cataluña, se convierten en estériles cuando lo único que asoma frente a los ojos y oídos de los ciudadanos es que el independentismo político se ha convertido en clase discutidora sin capacidad alguna para orientar políticas.

Incluso si hay gobierno, nadie sabe si nacerá atrapado por un sentimiento de culpa de no haber provocado nuevas elecciones; pero en lo que todo el mundo está de acuerdo es que el proceso ha mutado hacia la recuperación de los espacios institucionales del autonomismo.

La cuestión que se está discutiendo, no es el temor de que aflore que los revolucionarios tienen miedo de la propia revolución, sino que una parte de sus votantes han dejado de sentirse fascinados por la grandeza de los acontecimientos que los partidos independentistas ya no están en condiciones de provocar.

La discusión se centra en desmitificar la situación o seguir profundizando en la elaboración de un mito que siga rindiendo electoralmente.

Los partidarios de la gobernabilidad buscan reconstruir su espacio político con acuerdos transversales

Sin embargo, los partidarios de hacer posible la gobernabilidad de Cataluña han tomado la positiva determinación de reconstruir su espacio político para avanzar en acuerdos con otras fuerzas políticas no independentistas y centrarse en gobernar Cataluña para que deje de estar sometida a la anomalía imposición del artículo 155 de la Constitución.

Los partidarios de hacer posible la gobernabilidad -que lograrán en las próximas horas al desbloquear la opción Puigdemont por otra alternativa como presidente de la Generalitat– lo hacen para salir de una discusión que, a medida que avanza, agota el capital político logrado.

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