Desconexión o cortocircuito en la política catalana
La política catalana no sufre una desconexión, sino un cortocircuito de unos fusibles que no han aguantado la potencia del conflicto
En las últimas semanas algunos comentaristas han señalado el agotamiento de la situación que se vive en Cataluña y la consecuente desconexión de los ciudadanos del proceso hacia la independencia. Se advierte, incluso, que aquellos que se mostraron más entusiastas y que en su día postularon a favor de que una parte de la población se desconectara emocionalmente de España, ahora son los que se desconectan del proceso.
La forma en que ahora se utiliza el término desconexión, como arma arrojadiza contra los que la auparon, indica que no estaban tan equivocados al definir cómo vivía el proceso una parte de la sociedad catalana. El problema de utilizar la palabra desconexión es que no expresa con exactitud lo que está ocurriendo en Cataluña.
Un cortocircuito expresa una fatalidad no esperada
Ahora que se constatan las grandes contradicciones entre lo que se decía en público y lo que se decía y se hacía en privado para llevar a Cataluña a la independencia, creo que el término que mejor define la nueva situación social es de cortocircuito.
Mientras desconectarse es un acto voluntario, el cortocircuito es una situación involuntaria, imprevista. La desconexión implica una reacción contra una situación a la que uno ya no quiere pertenecer; un cortocircuito expresa una fatalidad no esperada.
Los votantes independentistas, al ver los problemas generados por el independentismo político y por el estado español, han constatado con asombro que los fusibles no han aguantado la gran potencia del conflicto. Se han fundido los plomos de la política catalana.
Los ciudadanos empiezan a percatarse de que se han quedado a oscuras, viéndose obligados a desempolvar las viejas velas del independentismo para volver a iluminar el camino de regreso a sus anhelos de verse un día independientes de España.
Se han fundido los plomos de la política catalana y los ciudadanos se han quedado a oscuras
Para una buena parte de la opinión pública española, es preferible engañarse pensando que los ciudadanos se están desconectando del independentismo que percatarse de que se ha producido un cortocircuito y que, una vez reparado, volverá a iluminar, con otra intensidad y brillo, el objetivo de una Cataluña independiente.
Es determinante que el estado comprenda que solo se podrá superar el conflicto entre Cataluña y España interiorizando el hecho de que para muchos ciudadanos el gran responsable del cortocircuito catalán es el estado español y solo luego, tras mucho pensar, llegarán a constatar que cabe la posibilidad de que puedan serlo las fuerzas políticas independentistas.