Felipe mete en  campaña a Maduro y arremete contra Podemos

Felipe González sigue teniendo magnetismo. Probablemente el mayor activo que ha tenido el PSOE de la democracia. En su primera participación electoral atacó duramente a Podemos.  El ex presidente de Gobierno tiene muchas legitimidades para hacerlo. No es la menor haber viajado a Venezuela, jugándose probablemente la vida, para actuar como abogado de Leopoldo López, líder opositor en prisión.

Juan Carlos Monedero, al ser preguntado sobre la condición de preso político de López, hizo un juego de palabras contaminante: «no es un preso político; es un político preso». Hace falta ser muy insensible o estar condicionado para pronunciar esa barbaridad, sin precisar la naturaleza que a su juicio tienen los delitos por los que es acusado el líder venezolano.

Es inevitable acordarse del casi medio millón de euros que cobró Monedero, profesor de derecho, por el estudio sobre la moneda venezolana. No conocemos el estudio, pero es difícil pensar que un profesor de derecho pueda decir algo importante de la moneda de un país extranjero. Y por la friolera de más de cuatrocientos mil euros. ¡Menuda beca!

La victoriosa oposición venezolana se ha apresurado a decir que investigará la financiación que Maduro le dio a Podemos. Puede haber sorpresas. E incluso algunas pueden explotar antes de que finalice la campaña.

Nunca ha habido un pronunciamiento claro de ningún líder de Podemos exigiendo la libertad de los presos políticos venezolanos. Su silencio, ahora que Maduro ha perdido, se hace más insoportable.

Pablo Iglesias, hasta ahora, ha encontrado mucha comprensión en la evolución de su pensamiento y del programa político de Podemos. La casta ya no es la tonadilla de sus intervenciones. Ya no pide la nacionalización de la prensa como garantía de su independencia. Y hay un silencio espeso sobre las bondades del sistema bolivariano.

La última jugada es el compromiso adquirido de convocar un referéndum en el plazo de un año para dilucidar la independencia de Cataluña. Desconocemos el marco legal que ampararía esa convocatoria o si se hará con una reforma previa de la Constitución. Suena a fuego de artificio para sacar rédito en Cataluña. Otro conejo de la chistera.

Estoy convencido de que una parte importante del electorado potencial de Podemos es emocional. La  música suena bien en un universo de crisis y corrupción. Pero la sensación que ha dejado la evolución programática del partido de Pablo Iglesias es de un oportunismo carente de principios. O unos principios móviles adaptados a la necesidad del oportunismo. Es como decir, si no le gusta nuestro programa, no se preocupe, tenemos otros.

Mientras Pedro Sánchez prepara minuciosamente el debate del próximo lunes con Mariano Rajoy, en el PSOE se prepara la artillería pesada para pararle los pies a Pablo Iglesias, que estando el último de los cuatro partidos en liza en las encuestas, se ha dado el lujo de afirmar que el PSOE está fuera de carrera.

Empieza a destilarse la sensación de que Albert Rivera tiene síntomas de cansancio mediático. Se le ha visto mucho a él, pero no a su partido. Y en las últimas semanas de campaña va a jugar un papel importante la sensación de presidenciable y la disposición de equipos de partido y de Gobierno.

Mientras tanto, cada día aparecen o se amplían los escenarios de corrupción que también han alcanzado en Andalucía a Ciudadanos. Si se establece una ecuación entre corrupción y oportunidades para ser corrupto, Ciudadanos no se estrena con buen pie. Y las andazas de Rato siguen dando sorpresas.

Hay armas de destrucción masiva que se van a emplear al final de la campaña. Y ya nadie es completamente virgen en los cuatro partidos finalistas.

Pablo Iglesias sacó pecho con Syriza en Grecia y con el régimen de Chávez en Venezuela. Hay demasiados vídeos en YouTube y declaraciones en la hemeroteca para que no se utilicen para demostrar la volatilidad de Podemos. Pablo Iglesias tenía estos dos padres internacionales; se ha quedado huérfano.

Suponiendo que  la victoria incompleta del PP sea un hecho, a pesar de haber más de un cuarenta por ciento de indecisos, la lucha por el segundo puesto es fundamental por la forma de repartir escaños de nuestro sistema electoral y por las combinaciones posibles en alianzas para formar mayorías.

No recuerdo una campaña electoral con tantos interrogantes como la que estamos disfrutando. Los días que nos quedan van a ser apasionantes.

PD. No nos las queremos dar de profetas. Llegan noticias del entorno de Pedro Sánchez que coinciden con las consideraciones que hacíamos en el artículo «Qué le falta a Pedro Sánchez para imaginarle ganador». Hay ensayos con sparring en Ferraz y la obsesión es conseguir que el candidato se muestre cercano y emotivo con los electores.