Feijóo y el error de la equidistancia en Cataluña
Incómodo es para millones de catalanes no saber si el PP te va a defender si gana las elecciones de 2023 o si va a actuar como Sánchez
Javier Pulido, “el padre de Canet”, la persona que con su demanda pidiendo que su hija recibiera un mínimo, previsto en la ley, de clases en lengua española, ha puesto el dedo en la llaga en vísperas de la manifestación de hoy domingo en Barcelona a favor de algo tan abracadabrante como que “en España se enseñe español en las escuelas”. Pulido ha dicho: “el gobierno de España ha dejado tirados a los catalanes constitucionalistas”.
Pulido es un hombre ejemplar, pero si Cataluña fuera un lugar con una democracia plena, donde se respetara la Ley y los derechos de los ciudadanos, él no sería ni héroe ni protagonista. Pulido y la manifestación convocada por “Escuela de Todos” nos pone frente a una realidad tan obvia como dura: En Cataluña hay ciudadanos de primera, los independentistas, y ciudadanos de segunda, los no independentistas. Dicho de otro modo: en España hay millones de personas que ven sus derechos pisoteados y el Gobierno de la Nación, lejos de protegerlos, ampara a los políticos que convierten a esos ciudadanos en parias perseguibles.
A Pulido, a Ana Losada y a tantos otros desde la Generalitat se les ha hecho bulling social y el Gobierno de España no solo ha mirado a otro lado, lo ha amparado. No solo lo ha silenciado, lo ha justificado. Si los catalanes no independentistas dedican un minuto a reflexionar sobre leyes que marginan al español de los colegios, reglamentos que obligan a rotular en catalán, normas que facilitan la denuncia a profesores universitarios que dan clase en lengua española, decretos que permiten la denuncia anónima a empresas que tienen tarjetas de visita donde pone “abogado o médico” en lugar de “advocat o metge” llegarán a la conclusión de que pueden hacer dos cosas. Una es hacer las maletas e irse de un lugar tan hostil a ellos -cosa que por mil motivos económicos y familiares no puede hacer mucha gente- y la otra rebelarse y no votar a partidos que sean complacientes o cómplices con el totalitarismo identitario del gobierno catalán.
El PP manda a la manifestación a Cuca Gamarra y se equivoca
A la manifestación de hoy no acude el PSC, ellos, como en el pasado el PSOE o el PP, optan por el intercambio de poder entre ERC y el PSOE antes que por estar al lado de sus votantes. Cs, Valents y Vox estarán presentes en la manifestación con sus principales líderes: Arrimadas, Parera y Abascal.
El PP ha optado por la equidistancia entre el independentismo y su gente en Cataluña. Si, pero no, vamos pero poquito. El PSC hizo algo parecido en la manifestación del 8 de octubre de 2017 contra la inminente declaración ilegal de independencia del día siguiente y acudió a la manifestación representado por el entonces desconocido secretario de organización del partido, Salvador Illa. El PP manda a la manifestación a Cuca Gamarra y se equivoca. Con el padre de Canet se está o no se está. A Canet se va o no se va, pero uno no se queda a medio camino porque parece que la estrategia es buscar la cercanía al PNV, por eso de que quizás se pueda pactar con Urkullu y esquivar al incomodo Abascal.
Incómodo es para millones de catalanes no saber si el PP te va a defender si gana las elecciones de 2023 o va a actuar como Sánchez. Incómodo para los catalanes no nacionalistas no es lo es Abascal, hoy con 12 diputados en el Parlament de Cataluña, cuatro veces más que el PP. Incómodo es sentirse desamparado, pensar que otra vez los catalanes no independentistas podemos ser víctimas de una transacción entre los grandes partidos nacionales y los independentistas a cambio de poder. No es de extrañar que en Cataluña estén surgiendo nuevas fuerzas políticas, y a este paso van camino de tener éxito.