Faltan veinte y hay de sobra
A Pedro Sánchez le faltan veinte escaños para consolidarse en el poder y alargar la legislatura hasta el final del calendario o hasta donde le convenga
A menudo la gente, los políticos, los medios, prefieren vivir de elucubraciones, por no decir fantasías, que de tristes realidades, más aún si no hay otro consuelo. El caso es que la suma de PSOE-Podemos arroja un total de 155 escaños en el Congreso. Faltan 20. Sólo 20. Sólo 20 y aunque fuera por una sola vez (recordemos cómo gobernaba Mariano Rajoy, sin mayoría y ni falta que le hacía).
Veinte imprescindibles para la aprobación de los presupuestos y Pedro Sánchez habrá conseguido su objetivo de consolidarse en el poder y alargar la legislatura hasta el final del calendario, o hasta donde le convenga.
Lo que en cambio le falta al PP es la más mínima posibilidad de hacer algo real y efectivo, algo que esté en su mano o en las de los contrarios al llamado Gobierno Frankenstein, que conduzca a evitar dicha consolidación.
Y no será porque, arrastrados por sus fantasiosas elucubraciones, no hayan intentado provocar una crisis que conduzca por la vía rápida a la caída de Sánchez y a elecciones.
El recuento de envites sería interminable. Todos han fracasado, y así seguirá, mientras el malestar social no haga saltar la estabilidad por los aires. Algo que, visto el aguante del personal y el escaso alcance de las protestas en tiempos de pandemia y mal gobierno, resulta poco verosímil.
Quienes empezaron por trasladar sus sueños de poder a una pronta ruptura entre Sánchez y Pablo Iglesias debieron desistir al comprobar que el resultado era, al contrario de lo deseado, el refuerzo de la coalición. Con los roces que se vayan produciendo, necesarios por ambas partes, la voluntad de la pareja Pedro-Pablo es que su viaje en compañía sea lo más largo posible (en el tiempo, o sea orillando los resultados tangibles).
Los aspavientos no van a provocar la menor crisis interna en el PSOE
Cada semana o cada dos surge, y seguirá surgiendo, algún motivo de discordia entre los coaligados o entre ellos y alguno de los partidos susceptibles de proporcionar los dichosos e imprescindibles 20 votos.
El último, por ahora, son las protestas de Emiliano García-Page y otros reyezuelos socialistas de taifas que levantan su voz contra el pacto con EH Bildu. Simple cálculo personalista para mantenerse en su parcela de poder y adelantarse al descrédito, por otra parte menor, que la derecha regional pudiera endilgarles.
Desde luego, y por mucho que predigan la catástrofe inminente, los aspavientos no van a provocar la menor crisis interna en el PSOE, y menos a cuestionar el liderazgo de Sánchez, puesto que todo el entramado de poder socialista depende ahora de su consolidación.
Faltan 20. Inés Arrimadas se ofrece como si los tuviera, pero el hecho, más lamentable porque pocos meses antes Ciudadanos obtuvo 57 escaños, es que su grupo no pasa de 10. Faltarían otros 10. ¿Hay alguien dispuesto a aportarlos en compañía de Cs? Por lo visto parece que no.
Lo cual no cuestiona el ofrecimiento de Arrimadas, ya que por lo menos sale en la foto y hace lo posible por no desaparecer, ella y su partido, del mapa político hispano. Recordemos que su antiguo valedor y ahora primer crítico tras encontrar empleo, perdió 47 escaños de una tacada.
Si, dejando aparte a Cs, recolectamos los votos en principio proclives a negociar su apoyo a los presupuestos, obtendremos un bonito pero heterogéneo cesto de más de 30. Si entre PNV y Bildu suman 12, a los 13 de ERC hay que añadirle ahora, por si fueran pocos, los 4 del Pdecat. Total, 29.
Sánchez pretende algo más que ganar por la mínima: ir sobrado
Hay excedente, y más si tenemos en cuenta que entre Más País, Coalición Canaria y otros menores como el BNG, los votos disponibles de más podrían sobrepasar la con creces la docena. Un festival. Incluso con el ‘no’ en vez de la abstención de Cs, no hay pues nadie imprescindible para que a Sánchez le salgan las cuentas. Ni siquiera ERC.
Sobrarían. Sobran. Pero la ambición de Moncloa consiste en elevar la mayoría necesaria hasta las nubes de la glorificación. Sánchez pretende algo más que ganar por la mínima: ir sobrado. Y puede conseguirlo. Si no hacer el pleno síquedar bastante por encima de los 175. No es imprescindible pero el mensaje sería, llegado el caso, bastante contundente.
Luego están los precios a satisfacer, y más importante aún, lo exagerado de no pocas reacciones a dichos pagos. De momento y a falta de un poquitín de transparencia, lo único que sabemos es que Moncloa negocia y sigue negociando a la baja. En buena parte gracias a Arrimadas, aunque ella se abstenga de colgarse las medallas.