Falsos culpables
La economía colaborativa ha supuesto una revolución sin precedentes, pero se ha culpado injustamente a sus emprendedores de viejos problemas sociales
Tiempo atrás deseábamos poseer cosas para utilizarlas en exclusiva: nuestra casa, nuestro coche, nuestras joyas… Pero a muchos ha dejado de importarnos ser propietarios; preferimos pagar sólo por lo que usamos, sea nuestro o no, y también estamos dispuestos a prestar algo nuestro, a cambio de una remuneración.
Los emprendedores que han sabido leer este nuevo marco mental han puesto en marcha empresas tremendamente exitosas; la economía colaborativa ha supuesto una revolución sin precedentes en nuestra manera de relacionarnos con las cosas que utilizamos.
A Airbnb se le han atribuido, injustamente, determinados problemas sociales que existían mucho antes de su aparición
Su éxito rotundo lo explican varios factores: en primer lugar, una escalabilidad portentosa; en segundo lugar, una estructura de costes ligera, pues no adquiere ni gestiona los activos que explota; y finalmente y por encima de todo, ha triunfado por lo útil que resulta, tanto al que utiliza la vivienda o la habitación, pues lo hace a un precio inferior al que pagaría en un hotel, como al que la suministra, que puede acceder al flujo de dinero que emana del turismo, algo que hasta el momento le resultaba imposible.
Al tener una expansión tan rápida y ser un fenómeno tan reciente, a Airbnb se le han atribuido, injustamente, determinados problemas sociales que existían mucho antes de su aparición, como son el incremento de las rentas de alquiler o la excesiva presión turística que soportan algunas áreas.
Incremento de las rentas de alquiler
La escalada de las rentas de alquiler que se han producido en los últimos años en ciudades como Barcelona y Madrid, se explica por una demanda creciente, que se da de bruces con una oferta de alquiler claramente insuficiente, pues nuestro parque de vivienda es eminentemente en propiedad.
Es muy poco serio atribuir a las viviendas turísticas los incrementos de precio, pues éstas no suponen una cantidad suficientemente significativa para que puedan impactar en los precios de alquiler – en el caso de Barcelona, una de las ciudades que más viviendas tiene de esta tipología, ni siquiera llega al 1,5% de total -.
En 2018 solo se entregaron 663 viviendas de protección oficial (VPO) en Cataluña, de las que apenas 60 fueron plenamente públicas
Las soluciones al problema de la vivienda son complejas y requieren de acciones coordinadas entre las diferentes administraciones, así como que el mundo público y los actores privados trabajemos conjuntamente para proveer del número adecuado de viviendas asequibles en alquiler.
Esta problemática es tan difícil de resolver, que en 2018 sólo se entregaron 663 viviendas de protección oficial (VPO) en Cataluña, de las que apenas 60 fueron plenamente públicas. Una cifra raquítica si la comparamos con la demanda registrada, que superaba las 12.000 unidades.
Una ciudad que no afronte este reto de manera seria, jamás podrá ser una ciudad exitosa, pues si la vivienda se vuelve inaccesible para la mayoría de sus habitantes, se descapitalizará del capital humano que la configura y tampoco será capaz de enriquecerse social y culturalmente con talento internacional.
Presión turística
El turismo, sin duda, puede ser extractivo y pernicioso si no se trata adecuadamente, pero también puede constituir una gran fuente de progreso y riqueza si se gestiona profesionalmente; es una gran irresponsabilidad referirse al turista como un depredador del que debamos defendernos.
Más que poner el foco en el lugar donde los turistas duermen, prohibiendo o limitando, convendría actuar en aquellas zonas donde los turistas se concentran, como es el caso de la Sagrada Familia o de las Ramblas de Barcelona.
Es ahí donde, a través de una correcta gestión de la tasa turística, deberían realizarse actuaciones urbanísticas que mejoraran la calidad de vida de la población local. Solo organizando el flujo de circulación de personas y proveyendo de una adecuada dotación de parking, estas zonas mejorarían enormemente.
Asimismo, los barrios más afectados por la presión turística deberían ser compensados con equipamientos sociales, de manera que la población local recibiera un impacto positivo gracias al turismo.
La solución no es turista, go home, sino, ‘turista, estamos preparados para recibirte porque nos beneficias’.
Debate social riguroso
Hace falta tejer un discurso riguroso, que por un lado, afronte el gran problema del acceso a la vivienda con soluciones coordinadas y a largo plazo, y por otro, reconcilie la ciudadanía con el turismo, pues sin este motor fundamental sería imposible que Barcelona tuviera la actual oferta cultural y museística, por no hablar de la conectividad de nuestro aeropuerto, un equipamiento que no nos podríamos permitir sin el espectacular impulso del turismo.
Gesticulando e identificando falsos culpables no resolveremos los problemas, necesitamos un debate político serio, que no atienda al calendario electoral, y que afronte los problemas manera estratégica.