Existen soluciones

Día tras día los medios de comunicación nos desalientan con las cifras de paro alcanzadas en España. Frases como “en España ya hay casi 5 millones de parados”, “el paro alcanza ya más de un 25% de la población española” o “55% de paro juvenil”, son asiduamente repetidas por diarios, televisiones o radios; causando mella en gran parte de la sociedad.

El abatimiento es tal que muchas personas comienzan a resignarse y a aceptar la situación; convenciéndose a si mismos que ya no existe remedio alguno. Sin embargo, acudiendo al campo de la política comparada en el seno de la Unión Europea, hallamos un abanico de soluciones que otros países ya han aplicado, en situaciones análogas a la nuestra y que han dado frutos.

La primera de ellas radica en la adecuación de la oferta formativa a la demanda real del mercado de trabajo. Anualmente, sólo en Catalunya, se gradúan más de 500 periodistas. Ya hay más de 1.500 periodistas desempleados y diversos medios de comunicación están cerrando sus puertas por falta de recursos económicos. Circunstancias como ésta podrían ser evitadas si se ajustase la oferta de plazas a la coyuntura laboral actual.

Por otro lado, carecemos de una potenciación, valoración y fomento de la enseñanza superior no universitaria, es decir, la Formación Profesional. Países como Alemania, Dinamarca u Holanda han implementado el modelo de enseñanza dual. Aquí sería bueno alentar este ejemplo.

El modelo dual permite al estudiante acceder a una Formación Profesional de tres o cuatro años de duración en la que combina el estudio en un centro de educación financiado por el Gobierno con la realización de prácticas en una empresa privada. De este modo, los estudiantes acuden 1-2 días al centro educativo y durante 3-4 días realizan prácticas. Una vez terminados los estudios, obtienen el título y ya poseen 3-4 años de experiencia en el sector; hecho que les permite acceder más fácilmente al mercado laboral.

Otra solución pasa por una distribución efectiva del trabajo. Una de las formas de llevarse a cabo es mediante la reducción de la jornada laboral semanal. En el año 2000, bajo el mandato de Lionel Jospin, Francia, aplicando esta medida, logró reducir el paro en casi un millón de desempleados.

La fórmula fue simple: reducción de la jornada laboral semanal de 39 horas a 35 horas sin disminución de salarios. Las horas no realizadas se cubrieron a través de la contratación de nuevos trabajadores y el gobierno se hizo cargo del pago de las horas que los antiguos trabajadores no efectuaban; ello gracias al ahorro supuesto por las prestaciones por desempleo que ya no debía abonar.

Asimismo, la eliminación de las horas extra también entrañaría una distribución equitativa del trabajo. Ante una prohibición de efectuar horas extra, las empresas se verían en la obligación de contratar a nuevos trabajadores. A cambio, el Gobierno les podría bonificar con ventajas fiscales o reducción de las cuotas de cotización a la Seguridad Social.

Así pues, comprobamos cómo, efectivamente, existen soluciones para tratar de luchar contra el desempleo. Obviamente, por cuestión de valores, concepciones y actitudes, no pueden, ni mucho menos, aplicarse en bloque, sino que tendrían que ser modificadas en consonancia con nuestra sociedad y cultura política.