Europa se lamenta: ay del Mediterráneo

Una minúscula porción del globo terráqueo centra la atención internacional por diferentes motivos, y ninguno de ellos muy esperanzador

Próximo Oriente, Italia, España… El minúsculo Mediterráneo sigue acaparando la atención mundial por su realidad convulsa. Nunca hubo tanta historia acumulada en tan reducido espacio geográfico. Nunca dio al mundo tantos quebraderos de cabeza como ahora.

Como si de una maldición se tratara, la conflictividad aumenta donde parecía estancada. La inestabilidad amenaza seriamente a Italia y España, los dos países mediterráneos que ya se consideraban a salvo, al parecer incorporados por completo a la sin par ni parangón Europa.

Junto al Mar Muerto

Empecemos por donde más le duele al mundo. A fin de combatir el expansionismo iraní, Israel refuerza su función de acorazado norteamericano en la zona. Como premio a tanta lealtad, el reconocimiento de la Jerusalén reconquistada mediante el traslado de la embajada, con permiso para masacrar a los manifestantes, y la denuncia del acuerdo nuclear con Irán.

El tablero es de tanta complejidad que quien diga que lo entiende miente, asegura Tomás Alcoverro, el mejor y más veterano observador sobre el terreno.

Así que, con la máxima prudencia analítica, destacaremos una novedad: el enemigo no es Rusia, aunque lo parezca. Netanyahu y Putin son amigos, se ven a menudo y se apoyan. Ojo al dato para quien no lo retenga.

La sangrienta apertura de la embajada americana en Jerusalén cierra el capítulo abierto por Obama

A cambio de muy poco, Rusia ha solventado el problemón de la guerra civil de Siria, desencadenada por la imprudente invitación de Obama a la democratización de los países árabes. De aquellos levantamientos primaverales a estos lodos.

Bien puede decirse que la solemne, y sangrienta, apertura de la embajada americana en Jerusalén, cierra el capítulo de la historia abierto por Obama en el discurso de El Cairo en 2009. El nuevo, el de Trump, es menos esperanzador pero el balance del anterior no puede ser más negro.

A lo largo del Mar Tirreno

Recalemos en Italia. Si Sergio Matarella acepta la propuesta de nombrar a Giuseppe Conte primer ministro, Italia habrá entrado en una nueva etapa política. No porque los partidos tradicionales estén fuera del gobierno. Tampoco porque hayan sido marginalizadas por fuerzas políticas más radicales.

Berlusconi y Renzi han sido respectivamente desbordados por la derecha y por la izquierda, pero eso no es lo más grave. Lo insólito es que los dos extremos del arco ideológico se han unido para gobernar.

Italia está dividida en tres: el norte, el sur y Roma

El designado es un respetable profesor sin experiencia política que desde la izquierda moderada dio el paso que Renzi no supo dar. Conte se ha hecho amigo del enemigo de los socialistas, Luiggi di Maio, el líder del M5S, el partido de los indignados (una especie de Podemos sin chalets aburguesados).

Por si fuera poco, el candidato cuenta con el beneplácito de Matteo Salvini, que sería el Rivera de Italia si aquel país fuera un estado nacional al uso.

Pero resulta que existen tres italias. El norte, el sur y Roma. Roma ha vivido y crecido pactando con el norte a espaldas del miserable sur y con el sur a espaldas pero no a expensas del próspero norte.

Pues bien, vamos a ver lo que dura, pero los dos extremos geográficos han minimizado sus diferencias ideológicas para propinar una patada a Roma, la ‘ladra’, la inútil, metomentodo y liante Roma, la gran parasitadora de la división entre las dos italias reales. Si Roma no logra evitar que el norte y el sur se entiendan en algo por su cuenta, Italia podría ser capaz de algo importante.

La costa catalana

Finalicemos el periplo en casa, aunque no para descansar. Con la investidura de Quim Torra, un gol de Puigdemont a ERC, hay que dar por finalizada la fase aguda del desafío soberanista.

Como ya advertimos, el interés de los bi-presidentes coincide con el de Albert Rivera, que pretende prorrogarla artificiosamente.

Rajoy y Esquerra son partidarios de cerrar este capítulo y entrar en fase larvada. La desmovilización de la mayor parte del independentismo indica que lo conseguirán, si bien en este campo cruzado de fuerzas, el Supremo tiene mucho que decir.

El conflicto catalán va a tener repercusiones en la estabilidad política de España

Aunque se apacigüe en superficie, el conflicto catalán va a tener hondas repercusiones en la estabilidad política de España. El llamado Régimen del 78 no agoniza pero se tambalea.

El ariete que lo embiste no está en la Sierra, ni en la izquierda (descansa, Pedro Sánchez, que no tienes vela en esta procesión) ni en el sur, ni el norte que tan bien se porta y tan bien se lo cobra.

El ariete proviene de Cataluña, se llama Albert Rivera y cuenta con el beneplácito, explícito o bajo cuerda, de todos cuantos esperan sacar tajada del entierro de Rajoy y del susodicho régimen.

¿Qué pinta Europa en el Mediterráneo? En Oriente, cero patatero. En Italia, casi nada. En España, sólo un poco, mucho menos de lo conveniente. Así nos va.