Eucalipto devastador

Galicia es única en muchos aspectos, unos positivos, otros no tanto. La política forestal, que cada año se cuestiona durante el estío por causa de los incendios, constituye uno de los elementos únicos, una política protagonizada por la masiva plantación de eucalipto.

En la conferencia organizada en junio pasado por Economía Digital y la Diputación de Lugo, tuvimos la oportunidad de subrayar este factor. Dijimos entonces que el modelo económico gallego “abandona o incluso castiga el factor tierra, con una alta proporción de superficie yerma o plagada de especies alóctonas de rendimiento rápido y contrarias a la biodiversidad y al paisaje”. 

La especie alóctona principalmente introducida es el eucalipto como resulta fácil de comprobar con tal de mirar para casi cualquier punto de la Galicia no urbana. El eucalipto irrumpe en los montes gallegos en los años 40 a través de la política de reforestación del llamado Patrimonio Forestal del Estado, que consideró el norte de España una especie de vivero de materia prima para la proyectada industria española de celulosa. Así, Galicia, Asturias y Cantabria principalmente vivieron la expansión forzosa del eucalipto destinado a las factorías de Pontevedra y Navia. En Asturias y Cantabria el proceso se detuvo sin un impacto decisivo sobre la configuración de su territorio, mientras en Galicia la propagación continuó con el decidido soporte del gobierno autonómico.

En 1992, la Xunta presenta el Plan Forestal 1992-2032 en el cual se fija un importante objetivo de crecimiento para el eucalipto, que ocupa hoy en día 396.000 Ha., un 28% de la superficie arbolada gallega, constituyéndose en la especie predominante en Galicia. En la zona litoral, llega a alcanzar una presencia del 80%. Lejos de poner freno a esta insostenible situación, el gobierno gallego actual del PP no vislumbra ningún problema en la invasión del eucalipto e incluso continúa incidiendo en su defensa y difusión.

Es sobradamente conocida la capacidad de crecimiento del eucalipto frente a otras especies. De ahí su éxito en Galicia. Hemos de ser conscientes, sin embargo, de que el gallego se revela un caso sin precedentes en Europa (con la excepción de Portugal), posiblemente en el mundo: la transformación del paisaje tradicional de Galicia mediante el relevo de las especies autóctonas de hoja caduca propias del clima atlántico por esta especie llegada de Australia, que distorsiona la configuración territorial y empobrece la fauna y la flora de las regiones donde se implanta.

El mundo sigue demandando madera y las previsiones hablan de futuros crecimientos. Principalmente será madera de calidad. También requiere el incremento de la producción agroganadera para atender el aumento de consumo de los países en vías de desarrollo. Galicia tiene dos opciones: bien continuar con la política simple y basta, de corto alcance, de propagación del eucalipto, o bien diseñar una estrategia compleja y de largo alcance para el desarrollo del sector rural y, dentro de este, del forestal.