Éticos o legales. ¿Qué somos?

Somos éticos o somos legales. O las dos cosas. O nada de ambas. Porque la legalidad se la conceden a sí mismos, unos a otros, entre las paredes de las Cortes. Entre amigos. Poco o nada tiene de legal. Pero así se lo han montado. Los 350 diputados del Congreso. Se hacen legales unos a otros. Y favores. Y negocios. Y más negocios con amigos.

«No tenía que quedar nadie ahí dentro» comenta una persona de renombre, a diez metros de la pared. «Casi, ni los conserjes», añade. ¿Para quién se legisla? Para ellos mismos. A los ciudadanos que los zurzan. Que paguen. Y si no llega, que paguen más. Así estamos. Así vamos. Con 350 tipos haciendo sus negocios legales, no los negocios del país. (¿Se salvará alguien?). Y las cabezas visibles del momento son Rato, Trillo y Pujalte. Los demás se esconden. Que no me vean. «No le voy a explicar cómo se funciona en las empresas, usted lo sabe y yo también», ha largado a los cuatro vientos el ínclito Vicente Martínez Pujalte. Los ciudadanos no lo sabemos. Explíquese.

La corrupción está extendida. Ya baja por el Pisuerga. ¡Madre, como se desborde! Se llevará las alfombras de hojas del Campo Grande. Y quedará la hierva al sol. Hace legislaturas que no tiene calor. Herrera no tendrá manos para segarla. La hierva de favores, componendas, corruptelas, etc., etc., que cubre la tierra de Castilla no habrá quien la siegue. No habrá Lastra que demore la siega. Mucho han repartido Collosa, Parqueolid, Endesa e Iberdrola a los vividores autonómicos.

Pero no habrá Herrera ni Villanueva que frene la floración. Hoy se pasean los millonarios de sueldos ridículos por los campos de Castilla. Mañana se desbordará el Duero porque su cauce está rebosando lodo. Pero no habrá nadie para limpiarlo. Ni Soraya de Castilla, que bastante tiene en Madrid. Aquí sólo importa la ética. Ética que no tienen. La legalidad se la dan a sí mismos. Los ventiladores clavados en los montes rompen la belleza y mueven el aire. Y huele mal. Putrefacto. Aun siendo de sierra. Ni ética, ni estética. Olé por la legalidad.