Estimada Victoria Prego…

Permíteme unas líneas que, quizá, te extrañen debido a que las escribo en un día como hoy, cuando todo el país está seguramente centrado en las elecciones generales y sus resultados. A pesar de que el foco informativo está, lógicamente, en los comicios, prefiero dedicar esta columna a combatir el ataque de corporativismo que parece afectar a los compañeros periodistas de Madrid.

Los colegas de Bez explicaban esta semana que la Comunidad de Madrid ha decidido acabar finalmente en junio de 2016 con la subvención de 8,6 millones de euros de que goza la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), que tú, Victoria, presides, para dar servicio médico a sus afiliados.

A propuesta de los socialistas, esa subvención debería haberse agotado ya, pero finalmente junto a Ciudadanos y Podemos aceptaron que terminara en la fecha señalada, a costa de resistir las fortísimas presiones de la APM y ante las que estuvo a punto de ceder la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes.

Dicen que con motivo de esa propuesta, finalmente aceptada, escribiste, Victoria, una crítica durísima en El Mundo contra el candidato socialista, Pedro Sánchez, del que asegurabas que «no debería aspirar más que a entrar en un centro de desintoxicación política y de reorientación ciudadana». No entraré en ese juicio de intenciones sobre la motivación real de tu artículo.

En cualquier caso, sí quiero manifestarte mi extrañeza por la defensa de un derecho tan gremialista, y por tanto egoísta, que cuesta trabajo entender. ¿Por qué los madrileños, a través de los presupuestos de su Comunidad, deben subvencionar con más de ocho millones de euros al año un seguro privado para los periodistas, redundante con la sanidad pública a la que tienen derecho como cualquier otro español?

¿Tiene sentido –pregunto– que aquellos que se llenan la boca junto a sus medios con feroces críticas a las puertas giratorias y a los privilegios que disfrutan determinadas castas (como la política), vayan después con pretenciosa determinación a reclamar dinero público para tener habitaciones mejores en caso de hospitalización o ahorrarse las engorrosas listas de espera que cualquier otro ciudadano debe soportar?

Los madrileños deberían decir con claridad: no con mi dinero. Si los periodistas quieren tener una mejor sanidad pues que la paguen con su dinero, como cualquier otro, y no utilicen, como parece que se ha hecho, su capacidad de llegar a la opinión pública para torcer la voluntad de unos políticos siempre demasiado débiles con los poderosos.

Espero, querida Victoria, que te haya podido más en esta ocasión tu hábito de presidenta de la APM que tus convicciones liberales. Corrige el tiro, por favor. Nada hará más creíbles a los medios de comunicación que una independencia real de todos los poderes y desde luego eso sólo es posible a través de un ejercicio de la profesión no subvencionado. Con todas las dificultades que ello comporta.