Esperando buenas noticias
La magnitud del problema que tenemos como sociedad se centra, no solo en la saturación sanitaria, sino en la debilidad institucional y la falta de recursos
Nadie consigue sobreponerse al vértigo que provoca volver ver cada vez más cerca el confinamiento. La mayoría de la población piensa que el problema es la Covid-19 y que toda precaución es poca para luchar contra su capacidad de propagación. Cualquier medida que se tome para no caer de nuevo en un estado de alarma es aceptada con resignación.
Pero un aspecto que algunos ciudadanos no han llegado aún a considerar es que muy probablemente el problema más acuciante es la falta de establecer una metodología de actuación que garantice dos aspectos: impulsar medidas eficientes para luchar contra la propagación del virus y un plan económico para hacerle frente.
La idea es muy simple. Solo se tiene que dotar a la sociedad un plan de ayuda para aquellos sectores afectados por las decisiones que se quieren imponer. Es simple pero difícil de aplicar cuando el Estado español se encuentra sin margen económico para poder responder adecuadamente a los sectores afectados.
Pongamos un ejemplo: la decisión del gobierno de la Generalitat de Cataluña, que es Estado, de dotar 40 millones de euros al gremio de la hostelería para cubrir parte de sus pérdidas. La cantidad se determinó después de dictar las medidas de restricción y tras la protesta de los gremios afectados.
Son 40 millones de euros para un sector que da trabajo a 7.500.000 ciudadanos. Cuando Francia proclamó el toque de queda para 20 millones de franceses, destinó 1.000 millones de euros para cubrir las pérdidas de los mismos sectores.
Es decir, Cataluña destina aproximadamente el 9,4% de lo que destina Francia para cubrir las mismas consecuencias de la restricción impuesta a los sectores afectados. Aquí reside uno de los principales problemas para luchar eficazmente contra la segunda ola de contagios por el coronavirus.
La institucionalidad no está capacitada para tomar medidas para prevenir o detener la pandemia
La magnitud del problema que tenemos como sociedad se centra, no solo en la saturación de los centros sanitarios, tanto en la atención primaria como en los hospitales, sino, y sobre todo, en la debilidad institucional que, haciendo todo los que está en sus manos, no está capacitada para tomar medidas para prevenir o detener la pandemia.
A ello se suma la falta de recursos económicos para responder ante cualquier eventualidad. Se puede profundizar más en los problemas que tenemos que afrontar, pero las cuestiones determinantes a las que se debe dar respuesta son muy sencillas: capacidad de previsión, capacidad económica y capacidad institucional.
También podemos sumar una adecuada actitud de los ciudadanos para cumplir las recomendaciones, las restricciones y las prohibiciones.
Observando cómo España se pone a la cabeza de los países más afectados de Europa por la Covid-19, es lógico esperar que los ciudadanos busquen alguna buena noticia que demuestre que el Estado español es capaz de reconducir la situación. Es lo mínimo que se puede exigir a un Gobierno.