Espejismo y sus quimeras
España es un país que sabe encajar golpes, pero debería también establecer una estrategia para aprender de ellos y fortalecerse tras las crisis
Hay espejismos que observamos como una simple ilusión óptica provocada por la reflexión de la luz cuando traspasa capas de aire de distinta densidad. Producen el efecto de que las imágenes, siendo lejanas, aparecen ante nuestros ojos cercanas e invertidas. Si dejamos de mirarlos con atención, estos espejismos, aún siendo inofensivos, pueden llegar a resultar peligrosos porque distorsionan nuestra percepción de la realidad.
Sin embargo, hay espejismos aún más peligrosos que las ilusiones ópticas provocadas en un día muy caluroso; son los que algunas personas y países viven al dejarse conducir por sus fantasías. Países como España viven sus fantasías sin querer advertir que son producto de un espejismo y, de este modo, evitar el error o un accidente.
La quimera de los españoles, lo imposible e irreal, no surge por ser fantasiosos sino por proponerse, una y otra vez, cambiar el país cuando todo el mundo sabe que no es posible. Instalados en una constante alarma colectiva, la única forma de combatir su enorme capacidad para generar miedo y desconcierto es imaginando que el país está preparado para lo peor.
La realidad es que España está mucho más preparada para lo peor que para gestionar el día a día. Nos va mejor abordar escenarios excepcionales que prepararse para que éstos no se den. Hemos superado con nota la pandemia y hemos suspendido a la hora de sacar conclusiones para evitar que otras nos cojan desprevenidos.
Aún estamos esperando una auditoría técnica, jurídica, médica y económica que analice la gestión de la pandemia desde el sector público y privado. Fue posible sortear la crisis económica y financiera del 2008 pero no hemos sido capaces de crear un sistema de control financiero que nos permita alertar sobre nuevos seísmos económicos.
Los españoles hemos sustituido la prevención por la quimera de que todo está bajo control. Podemos decir que las crisis mueven al país a buscar soluciones, pero también podemos observar que, una vez que ésta ha pasado, nos creamos la fantasía de que hemos aprendido de nuestros errores y aciertos.
Cada cierto período de tiempo, España vive la pesadilla de ver cómo un gran número de incendios destruye bosques y entornos rurales, sin que la opinión pública conozca cómo se debe actuar para poder afrontarlos con mejores garantías para el futuro. Para que un país pueda competir en el futuro deberá demostrar que está preparado para encajar las crisis.
España es un país que sabe encajar golpes, pero debería también establecer una estrategia para aprender de ellos y fortalecerse tras las crisis. Ahora que acaba el verano, una nueva crisis se observa en el horizonte en forma de tormenta económica. España volverá a encajar el golpe con sacrificios pero nadie nos informará si existen planes de contingencia preparados para reducir su impacto.