España ya es un infierno fiscal y va a peor
Más del 80% de las subidas de impuestos de los Presupuestos de 2020 recaen en las rentas medias y bajas, y lo mismo sucederá con el hachazo previsto para 2021
Uno de lo mantras más extendidos por los partidos de izquierda es que en España se pagan pocos impuestos, siendo, además, las rentas altas las que disfrutan de una tributación más favorable. Y se valen de esta falacia para defender la necesidad de subir aún más la fiscalidad, especialmente a los ricos.
Pero ni una cosa ni otra son ciertas. Los españoles ya pagan muchos impuestos y la inmensa mayoría de los aumentos impositivos que plantea el socialismo patrio recae, de una u otra forma, sobre el sufrido bolsillo de las rentas medias y bajas.
El Gobierno de Pedro Sánchez anunció la semana pasada su intención de subir nuevamente los impuestos a partir de 2022, tras el incremento aprobado este mismo año en los Presupuestos Generales del Estado.
Su objetivo es elevar la presión fiscal de España en cerca de seis puntos porcentuales para igualarse con la media de la zona euro, pasando así del 35% al 41% del PIB, lo que supondría recaudar unos 70.000 millones de euros extra al año.
Una colosal factura que, según el PSOE, pagarán los que más tienen a través de alzas en el Impuesto de Patrimonio, Sucesiones, Donaciones, IRPF y Sociedades, entre otras posibles figuras tributarias.
La mentira, sin embargo, no puede ser mayor. Para empezar, porque el Estado ya se queda, prácticamente, con la mitad de lo que ganan los trabajadores. Un español medio paga al Fisco cerca de 16.000 euros al año en impuestos. Y para terminar, porque la presión fiscal no refleja el esfuerzo real que realizan los contribuyentes para cumplir con Hacienda.
La presión fiscal en España, que mide la recaudación sobre el PIB, es algo inferior a la media de la zona euro no porque los impuestos sean bajos, ni mucho menos, sino porque buena parte de la actividad se mantiene oculta en el mercado negro.
La economía sumergida es superior al 20%, frente al 13% de la media comunitaria, mientras que la tasa promedio de paro es del 14%, muy por encima también del resto de países europeos. Una vez corregida esta variable, la recaudación obtenida es muy similar a la media europea.
Además, la presión fiscal normativa, que elimina las diferencias existentes en el nivel de renta de los países, evidencia, por el contrario, que la carga fiscal en España es un 10% superior al promedio de la UE.
La coalición de PSOE y Podemos amenaza con convertir la economía nacional en un auténtico infierno fiscal
Mientras que el esfuerzo fiscal, que mide el pago de impuestos en función del nivel de ingresos de la población, se sitúa un 7% por encima de la UE, manteniéndose también entre los más altos del mundo desarrollado.
Por si fuera poco, el plan del Gobierno consiste en disparar la tributación más dañina para el crecimiento económico y la creación de empleo, ya que se centra en castigar los beneficios empresariales y el ahorro, dos elementos clave para generar inversión, que es el auténtico motor de la economía.
España es una anomalía a nivel internacional, dado que el Impuesto de Patrimonio no existe en la inmensa mayoría de países ricos, al tiempo que Sucesiones tampoco se aplica en 15 países de la UE. Y todo ello sin contar que la tributación patrimonial vigente es una de las más altas del mundo: el tipo medio sobre Sucesiones es del 15% en la OCDE, frente al 34% existente aquí.
En todo caso, las subidas fiscales de Sánchez y sus socios no las sufrirán los ricos, cuyo número en España, por desgracia, es muy reducido, sino el conjunto de los contribuyentes, especialmente las rentas medias y bajas.
Basta observar lo que sucedió con las alzas introducidas en los Presupuestos de 2021 para percatarse de la trampa. Sánchez introdujo un paquete fiscal para recaudar unos 6.000 millones de euros más al año con la promesa de que no afectaría a la clase media.
Entre otras medidas, elevó el IRPF y la fiscalidad de los seguros, eliminó ciertas deducciones, aumentó el IVA a los refrescos y creó nuevas figuras como la tasa Tobin sobre transacciones financieras o la tasa Google sobre servicios digitales.
La cuestión es que más del 80% de estos incrementos recaen sobre los hombros de rentas medias y bajas. Y lo mismo sucederá con el hachazo previsto para 2022, empezando por la subida del impuesto al diésel o la implantación de peajes en las autovías, por poner tan solo dos ejemplos.
España ya contaba con un sistema fiscal complejo, ineficaz y lesivo antes de la llegada de Sánchez al Gobierno, pero la coalición de PSOE y Podemos amenaza con convertir la economía nacional en un auténtico infierno fiscal. Y eso, en un mundo globalizado y digital como el de hoy, se traducirá en una pérdida inmediata y masiva de competitividad en comparación con otros muchos países.