España versus Españas
La respuesta española a quienes quieren reformular España es levantar una fortaleza construida con el constitucionalismo como bandera y con el inmovilismo constitucional como doctrina.
El acuerdo entre PP, PSOE y C’s, en favor de la estabilidad política parece centrarse en vigilar, desde los torreones del estado, que la España que ha votado a Podemos, a las fuerzas independentistas catalanas, al nacionalismo vasco y a los que votaron al PSOE a través del PSC o PSE-EE-Psoe, quede fuera del escenario de discusión para decidir la España que queremos.
La España que habita fuera de la fortaleza y que representa a 6.447.082 de ciudadanos que, con matices, persiguen la reforma constitucional, modificar la actual arquitectura institucional territorial y priorizar la agenda social en favor de los más afectados por la crisis económica, no parece contar a la hora de dibujar las líneas maestras de la nueva legislatura.
La idea de que nos hallamos ante una legislatura coja, al no tener una mayoría estable del PP, va pareja a la idea de que se agotarán los cuatro años de legislatura dada la debilidad de la oposición. Se dibuja una acción de gobierno centrada, por un lado, en no dejar de mirar de reojo un adelanto electoral y, por otro y a la vez, en intentar mantener las principales políticas del PP trazadas en la anterior legislatura. Un planteamiento que para la España de los 6.447.082 fija la idea de que nada cambiará.
En este contexto, son muchos los que piensan que las reivindicaciones catalanas, más allá de las reivindicaciones independentistas, no tendrán respuesta, como no la tendrá una reforma constitucional. La falta de señales desde Madrid, a día de hoy, no debería desalentar a nadie a exigir que se observen como claves para dar salida a Cataluña, pero también a España. La división entre los que creen que España es una realidad sin fisuras y discusión y los que apuestan por una España plurinacional no se ha cerrado. Es más, sólo ha hecho que agrandarse. La división en el parlamento español refleja la voluntad de muchos españoles por dotar de sentido reformador al estado español.
Plantear que aún no ha llegado el momento para discutir la España del siglo XXI a aquellos que quieren una España federal, confederal, post autonómica, definida por el independentismo, o reconsiderar el peso del estado en relación a las autonomías, sólo implicará retrasar la discusión y alargarla en el tiempo, mientras sigue el asedio a la fortaleza constitucional que antes era el territorio de todos.