España suele decir sí

El primer síntoma de la actitud de Mariano Rajoy sobre las aspiraciones soberanistas que emanan de parte de Catalunya es que el nacionalismo vasco ha decidido dar un paso al frente. Ahora no debería extrañar si los aires catalanes bufan con más intensidad al encontrar aliados verdaderos. No habrá resistencia. Madrid acaba de llegar de vacaciones y probablemente dedicará buena parte de los próximos meses a pensar qué hacer. Si alguien espera algún movimiento, podría desconectar tranquilamente hasta julio. Antes habrá que resolver el trauma de las europeas, campaña que se nos anuncia sin vallas electorales.

 
Frente al “Madrid nos roba” o al “Madrid siempre dice no” hay que recordar que España suele decir sí

La cita del 25M acabará plagada de proclamas económicas para disimular la cobardía ante el reto planteado, inicialmente, por facciones extremistas de la izquierda y el nacionalismo catalán; pero que ha encontrado vitaminas suficientes en los no de Rajoy para crecer hasta agobiar, incluso, a Artur Mas. La negación es un tic contemporáneo de la actual política capitalina. Primero se opone y luego ya veremos. Pero no siempre ha funcionado igual. De hecho, la ruptura de España ha sido un órdago que todas las administraciones han tenido que gestionar, incluso la de Aznar, con relativo éxito.

Parece evidente que de haber una mayoría independentista en Catalunya, habrá otro grupo casi tan numeroso que se oponga a esos planes. Quienes no comulgan con el trigo separatista han esperado un movimiento desde el resto de instituciones del Estado, que hasta ahora los ha dejado totalmente desamparados en un escenario cada vez más viciado y monopolizado. El apoyo del Gobierno central a estos ciudadanos habría frenado en seco movimientos como la Assemblea Nacional Catalana, gigante en chulería. Normal, no hay oponente. Harta de esperar a que el presidente del Gobierno despierte de su siesta, esa otra sociedad civil se ha organizado.

Quieren discursos positivos y abominan del miedo que la prensa madrileña, tan encavernada como la catalana, agita. Y tienen razón. Frente al “Madrid nos roba” o al “Madrid siempre dice no” hay que recordar que España suele decir sí. Contestó afirmativamente a la recuperación de la Generalitat; apoyó las aspiraciones nacionalistas y las reflejó en una constitución que elevó el sistema autonómico hasta cuotas de autogobierno desconocidas; los vascos, tanto que protestó Urkullu el domingo, mantienen el régimen foral porque España dijo sí. Aunque con matices, los sí han sido mayoría. Va siendo hora de que se recuerde en Barcelona, Bilbao y Madrid, ciudades donde ahora sólo agitan la banderita del no.