‘España nos roba y nos mata’
¡Estarán de acuerdo conmigo en que el título es esperpéntico! Pero es lo que estamos viviendo en Cataluña, un esperpento digno del mejor Valle Inclán. Como la confesión de evadir dinero del fisco durante 30 años por el President Jordi Pujol. El 3% en comisiones denunciado por Pasqual Maragall.
Felix Millet y el Palau de la Música Catalana recaudando y blanqueando las comisiones para CDC, todopoderoso partido en Cataluña durante décadas, que se esconde ahora de su pasado con otro nombre. El final de Artur Mas a manos de una CUP antisistema, así como la nueva corte de Cadaqués y la jet set catalana del President Puigdemont. La dedicación al 9N (9 de Noviembre) por Artur Mas a un callejón sin salida de un pueblo de Lérida. Y un poder autonómico catalán que fomenta la secesión desde dentro del estado que le vio nacer y le legitimó, sin motivos razonables pero con mucha propaganda.
Todo ello cual Don Quijote enfrentado a unos malvados molinos imaginarios. ¡Paradójica la pulsión secesionista catalana de un estado español al que en el fondo se parece tanto! A pesar del esperpento ocurre algo muy serio, el procés se sustenta en falsedades para captar adeptos. Dos son las falsedades a denunciar en este artículo, «España nos roba» y «España nos mata», eslóganes tendenciosos para promover el agravio. Recuerda Josep Borrell «en la guerra mediática que está librando el nacionalismo catalán, lo importante es repetir mil veces una consigna para que parezca verdad y agitar el victimismo».
Veamos, ¿España nos roba? Ya se ha demostrado que no era ni cierto ni justo. Los impuestos los pagan las personas, no los territorios. Cataluña tiene una media de población más rica que la de todo el estado y solidariamente aporta más a la cesta común y de ésta, se beneficiarán personas necesitadas de toda España, incluida Cataluña. Según Ángel de la Fuente, lo que importa es que dos ciudadanos españoles en circunstancias similares deben contribuir de forma parecida, sean de donde sean. Julio Llamazares confiesa que tiene un balance fiscal negativo entre lo que aporta a hacienda y lo que recibe en servicios. Por ello ha decidido independizarse y quedarse el dinero de sus impuestos para administrarlo como el desee. ¿Si lo quieren hacer los catalanes por qué no yo? se pregunta irónicamente.
El mantra «España nos roba» ha sido televisado, radiado y escrito en todos los medios separatistas. Repetían que Cataluña era expoliada con 16.000 millones de euros al año (8,5% del PIB) y con la independencia dispondrían de ese dinero y serían ricos. Durante la crisis, mucha gente necesitada quiso creérselo y otros no necesitados solo querían más para ellos de forma egoísta.
J.Borrell y J.Llorach dieron la réplica definitiva en 2015 con un libro bien referenciado Las cuentas y los cuentos de la independencia. Desmintieron acreditadamente que las balanzas fiscales se publiquen en otros países o que hubiera un límite al déficit entre regiones. ¡No era cierto! Se usó como munición política y agravio, motivo por el cual no suelen publicarse en otros países. De los 16.000 millones calculados por la Generalitat con el método Flujo Monetario (es el que usa interesadamente el Govern de los más de 6 métodos existentes), se rebaja a 11.000 millones (5,7% del PIB) según Josep Borrell con el método Carga-Beneficio (tiene en cuenta el reparto de gastos comunes del estado en las regiones).
Además, otros expertos y seguidores de la cuestión, como Xavier Vidal-Folch, nos recuerdan que el superávit de Cataluña con la independencia bajaría a 2.405 millones según datos de Mas-Collell y debe restarse el déficit de 2015 y el necesario gasto en defensa, según la OTAN (1%-2% del PIB).
Así, la independencia podría nacer con un déficit de 1.500 a 3.500 millones, muy lejos de los 16.000 millones de superávit pregonados. Y si además descontamos una buena parte del superávit comercial de Cataluña con el resto de España, actualmente sobre los 19.000 millones de euros, pues sería un negocio lamentable.
En todo caso juzgue el lector, lea a referentes del expolio (Xavier Sala i Martin, Andreu Mas-Collell y Economistes per la Independencia) y a referentes en contra del expolio (Ángel de la Fuente, Josep Borrell y Gabriel Tortella).
Pero hay más cosas. El 22 de julio de 2016 la ANC (Asamblea Nacional Catalana) inicia una de sus campañas estivales y no se le ocurre otra cosa que el «España nos mata», a raíz de la muy lamentable frase «les hemos destrozado el sistema sanitario…» del exdirector de la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC) Daniel de Alfonso, en conversación grabada con el ex ministro Jorge Fernández Díaz. La frase fue interpretada de forma torticera y deliberada para alimentar el agravio de forma malintencionada. Para la campaña, la ANC repartió 100.000 folletos en los CAPs y Hospitales de Cataluña con: «El Estado Español pone en riesgo la salud de todos los ciudadanos de Cataluña,…es insensible con el sufrimiento de sus ciudadanos y los castiga de forma miserable destrozando su sistema sanitario».
La ANC lo completó con una performance inmoral en las plazas de unas 15 poblaciones catalanas, cubriéndolas con unas 400 cruces como si fuera un cementerio y difundiéndolo en redes sociales. Esto no tenía nada de espontáneo ni popular, se trataba de algo bien planificado y programado, con unas cruces bien fabricadas, alineadas y uniformadas, evocando un cementerio donde reposan los muertos y acusando al estado. Tampoco tienen nada de ingenuo, como coincidieron horrorizados multitud de medios y entidades. Algunos medios lo definieron así, con títulos como «La ANC cree que España mata». Otros denunciaron a la ANC por acusar a ‘Madrid’ de perpetrar un genocidio deliberado de catalanes y fomentar el odio irracional contra los españoles.
¡Se trata de otra gran mentira para captar secesionistas! Pues a la frase que dijo Daniel de Alfonso, «les hemos destrozado el sistema sanitario…», se debe añadir la frase previa y la posterior: «Les hemos dado en todos los morros con Ramon Bagó, les hemos destrozado el sistema sanitario, les hemos acusado…».
La frase completa da sentido a la conversación, pero la ANC omitió la frase sobre Bagó y así le pueden cargar los «muertos ficticios de la ANC» al estado español. Al esconder a Bagó ocultan el meollo de la cuestión, pues este empresario catalán cofundador de CDC y muy próximo a Jordi Pujol, durante décadas asumió altos cargos públicos en sanidad, desde donde se adjudicaban de forma opaca, cuantiosos proyectos a sus propias empresas del Grupo SERHS. Fue uno de los casos emblemáticos de corrupción en la sanidad catalana.
Ello fue denunciado a la OAC de Daniel de Alfonso, quien preparó un informe exhaustivo y demoledor que remitió a la Fiscalía. Son elocuentes las declaraciones de Daniel de Alfonso en la Comisión de Sanidad del Parlament: «La OAC denuncia que el modelo sanitario catalán (público-privado) facilita la corrupción» y advierte que «los consorcios mixtos son un mal modelo de gestión, Ramon Bagó pudo delinquir por realizar negociaciones prohibidas y por el uso de información privilegiada e incurre en un caso típico de concurrencia de intereses públicos y privados, con incumplimiento de la Ley de Incompatibilidades».
Desde la Fiscalía y la OAC se advertía de que existía un claro problema político, es decir desde el sistema sanitario se dejaba hacer y por activa o por pasiva se promovían estas prácticas.
En El Triangle se resumía así la campaña veraniega de la ANC : «Todo el mundo sabe que la expresión de Daniel de Alfonso, «Les hemos destrozado el sistema sanitario», quiere decir en realidad, ‘hemos desmontado la mafia empresarial y política que parasita el sistema sanitario catalán'».
Pero qué se puede esperar de la ANC y del entramado secesionista, que además de divulgar falsedades para agitar bajas pasiones en contra de España en personas adultas, también organizan campañas para adoctrinar a los niños.
El pasado verano organizó en el barrio de Sant Andreu de Barcelona y en otras localidades catalanas la campaña infantil «Ven a jugar y bailar con la ANC». A los niños se les proponía jugar al «tren de la independencia» para corearles que Cataluña no es España, cantar consignas «in-inde-independència» y para rematar, la bruja se llama España. Todo ello regado en muchos casos con globos y chucherías.
En democracia es legítimo tener aspiraciones políticas, entre ellas la independencia, pero no es legítimo querer conseguirlo en contra de la ley, con mentiras y manipulaciones para engañar a la ciudadanía.
No es ético ni políticamente aceptable que desde la Generalitat y las entidades nacionalistas den el ejemplo a la sociedad de que la mentira, la manipulación y la propaganda son el camino para conseguir objetivos políticos.
¡Parece ser que al procés secesionista le faltan razones y se las tiene que inventar!