España, estado fallido

El Fondo por la Paz, organismo sin afán de lucro, acaba de publicar la compilación del 2013 de Estados Fallidos del mundo (FSI). Un año más, Somalia encabeza el ranking por sexta vez consecutiva. El caso de Somalia demuestra una faceta importante de la recuperación de los conflictos y el desarrollo de los Estados. Cuando los países caen significativamente, lo pueden hacer rápida y catastróficamente, o lentamente. Pero hacen falta importantes recursos para reconstruir la posición y sólo hay una velocidad de recuperación: la lenta.

Myanmar y Sudán del Sur siguen en una situación desastrosa, tras Somalia. En el grupo de países intermedios, el caso de Japón es el que presenta más síntomas de recuperación. Después de la paliza que recibió en 2012 por los efectos del terremoto y la crisis nuclear, Japón se ha recuperado significativamente en 2013, a pesar de que todavía tiene mucho camino para recorrer para volver a su posición previa al terremoto. Si bien es cierto que la recuperación es lenta, Japón demuestra que es posible que los países altamente resistentes con instituciones legítimas, representativas y profesionales, pueden recuperarse con bastante rápidez de las crisis graves. El siguiente país que más ha mejorado, Islandia, ha demostrado igualmente un alto nivel de resistencia, con la recuperación de las crisis económicas de los años anteriores.

Lo que hace el FSI es demostrar los patrones y tendencias a largo plazo, lo que nos permite formular posiblemente nuevas teorías (o proporcionar la validación de las existentes) sobre el riesgo de conflictos y lecciones para la construcción de la paz. A nivel nacional, es capaz de trazar el progreso de países que se recuperan de un conflicto, como Sierra Leona y Timor Oriental.

Y es capaz de trazar el empeoramiento gradual que dio lugar a fenómenos como la Primavera Árabe. La virtud del FSI es detectar movimientos a largo plazo que permitan contestar a preguntas como: ¿qué estados están mejor que hace diez años? ¿El estado se enfrenta a crecientes presiones? ¿Disminuye en la capacidad de respuesta? El listado de Estados fallidos parte de indicadores sobre presión demográfica, desplazamientos de población, conflictos étnicos, azotes humanos, desarrollo económico, pobreza, legitimidad institucional, deterioro de los servicios públicos, respeto de los derechos humanos, comportamiento de los aparatos de seguridad, forma de la pirámide social y papel de las élites, o el grado de intervención exterior.

Pues bien, España tiene el triste honor de compartir con el África supra y subsahariana ser uno de los estados que bajan más posiciones en el ranking: Túnez, Argelia, Malí Mauritania, Senegal o Angola. Desde los momentos de la máxima burbuja, España sólo ha hecho que perder. Pero no se piensen que aquellos momentos tenían nada que ver con la arrogancia con que Aznar y Zapatero, se vanagloriaban de ser la 8 potencia mundial después de dejar atrás Italia e ir a por Francia. ¡Los políticos españoles siempre mirando sólo a ver quién la tiene más larga, aunque sea con la viagra inmobiliaria!

Resulta que en el análisis sobre fiabilidad de los estados lo más importante no es el PIB, sino el PIB per cápita corregido por un conjunto de factores de calidad democrática, cultural y social que he citado antes. Y con estos baremos, en el momento de máximo esplendor español, España ocupaba el lugar 22 en el mundo. Pues bien, las fantásticas políticas del PP de desestabilización de la democracia, de las clases medianas y de las nacionalidades tractoras económicamente, han hecho bajar a España a la posición 30, junto a Italia y las Islas Mauricio. Por delante de España, en la primerísima posición: Finlandia y Suecia. En el grupo segundo de cabeza: Noruega, Suiza, Dinamarca, Nueva Zelanda, Luxemburgo, Islandia, Irlanda, Holanda, Austria, Canadá, Australia y Alemania. En el tercer grupo: Bélgica, Eslovenia, Portugal, Francia, Reino Unido, EEUU, Singapur, Corea del Sur, Japón, Uruguay, y Chequia. En el cuarto grupo Polonia, Chile, Malta y Lituania por delante de España. Esto es lo que hay. Por cierto, y desmintiendo a Rajoy y a otros tertulianos jacobinos sobre la importancia del tamaño: entre los 14 primeros estados sólo tres de los grandes y en la cola; entre los 11 siguientes, sólo cuatro.

Y España va acumulando puntos para bajar. Para muestra dos cuestiones. La ley Montoro sobre la recuperación de tributos cedidos a las autonomías cuando éstas no paguen a los proveedores, al mismo tiempo que se las está asfixiando centrifugando todo el déficit que tendría que corresponder al Estado, y en el mismo momento en el que se pone de manifiesto que se debe a Catalunya más de 8.000 millones de euros por parte de la administración central. Es un golpe de estado que culmina la liquidación de los restos de autogobierno. Y la consecuencia es un descenso en la valoración de conflictos internos y de calidad democrática.

Otra cuestión. El Gobierno de España ratifica que hay que calificar al dictador genocida Francisco Franco como un héroe. España no sólo no aborda las demandas crecientes de revisión del pasado genocida y de crímenes contra la humanidad del régimen que dio pie al actual, sin ruptura, sino que se enroca en su defensa. España a este ritmo, sólo puede confluir con lo peor de Europa, con la Francia de Le Pen que se acerca, cuando Hollande se hunda.

No se extrañen, pues, de las últimas tendencias electorales como las que señala la encuesta de El Periódico (PP, 118 y PSOE, 107; IU hacia 50, UPD con 33; CiU, 11, ERC, 9; otros, 26). La derecha es derrotada: PP y UPD no tienen mayoría. El PSOE continúa bajando y tendrá el dilema definitivo: o formula una gran coalición con el PP del que será un apéndice en políticas neoautoritarias, arriesgándose a ser finalmente devorado; u organiza un gobierno de coalición con las izquierdas democráticas y centro e izquierda autodeterministas de la periferia que suben como la espuma. Y entonces su modelo jacobino de España y su conexión con la casta madrileña de los oligopolios saltará por los aires. Lo que decía el FSI: España, estado fallido.

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