Escocia convoca otro referéndum para 2023 y Cataluña quiere imitarla 

A los independentistas catalanes se les ponen los dientes largos viendo los pasos que da Escocia y quieren emularla. Poco importa la historia, Escocia fue independiente durante dos siglos y Cataluña no lo fue jamás

Exactamente nueve años después del referéndum sobre la independencia de Escocia, Nicola Sturgeon, líder del SNP, el gubernamental partido independentista escocés, ha anunciado que los escocés volverán a ser consultados nuevamente: ¿debe ser Escocia un país independiente? Idéntica pregunta que en 2014.  

En el discurso de Sturgeon hay algo que a los catalanes nos suena familiar: “El referéndum se celebrará dentro de la legalidad pero no necesariamente con el consentimiento de Londres”. Es el particular “de la ley a la ley” que nos decían falsamente en Cataluña allá por 2017.  

En 2014 el entonces líder secesionista, Alex Salmond, esperaba alcanzar la victoria sobre la base de la baja popularidad en Escocia del primer ministro conversador, David Cameron, ahora Sturgeon plantea un referéndum sobre Boris Johnson y animada porque Escocía voto en contra del Brexit. Con esos mimbres aspira a revertir los diez puntos por los que perdió en 2014 pero por mucho que el Reino Unido no cuenta con una constitución escrita que pueda paralizar la convocatoria, sin acuerdo entre Edimburgo y Londres la consulta no será vinculante y el resultado, en consecuencia, no tendrá valor legal. Escocia camina hacia la Cataluña de noviembre de 2014. 

Escocia camina hacia la Cataluña de noviembre de 2014

Sturgeon pretende romper el consenso sobre que el futuro de Escocia se había resuelto por una generación tras el dramático referéndum de 2014 y propone otra votación. Los independentistas, da igual de que parte del mundo sean, como ya se vio en Quebec, proponen votar una y otra vez hasta que consigue ganar para entonces decir que ya no es preciso volver a realizar consulta alguna.  El camino legal para conseguir un nuevo referéndum es la aplicación del Acta de Escocia, pero para eso es preciso que Johnson de su brazo a torcer, pero el actual primer ministro en este caso no hará nada extravagante y no cederá. El mejor que nadie sabe por la consulta del Brexit lo difícil que es ganarla y lo más difícil aún que es aplicar el resultado.  

Cataluña quiere emular a Escocia

A los independentistas catalanes se les ponen los dientes largos viendo los pasos que da Escocia y quieren emularla. Poco importa que ni la historia, Escocia fue independiente durante dos siglos y Cataluña no lo fue jamás, ni las leyes de Escocia y Cataluña se parezcan en nada, lo importante es tener otro motivo de agravio. Su argumento más manido: “El Reino Unido es democrático, España es franquista y no nos deja votar” podrá ser desempolvado y aunque el octubre del 2023, en pleno semestre de presidencia española de la Unión Europea, no hay opción alguna de celebrar un referéndum en Cataluña, la política de lento desgaste y de desapego progresivo de España que el independentismo aplica en esta etapa de post Procés destinada según ha explicado Junqueras a “ensanchar la base” habrá dado un paso más.  

Lo de Escocia es ruido molesto y poco oportuno

Esta semana el vicepresidente de la Comisión Europea, el conservador griego (aliado del PP), Margaritis Schinás, visito la Generalitat y descongelo las relaciones entre la Comisión y la administración regional catalanas que habían quedado suspendidas en 2015 ante el desafío a la legalidad constitucional española. Aragonés se disfrazó de Pujol y ante las declaraciones de Schinás de que “fuera de la ley no puede haber colaboración con la Generalitat” sonrió y hablo de la voluntad catalana de contribuir al proyecto europeo.  

Schinás volverá a Bruselas y le contará a Von der Layen que “lo de Cataluña parece camino de solucionarse” mientras Aragonés les dirá a los suyos “el de Bruselas se lo ha tragado todo, podemos seguir con los nuestro”.  

Los independentistas escoceses creen que en la Europa post Brexit en Bruselas verán su movimiento con más simpatía que en 2014 pero la realidad es que al ejecutivo comunitario lo que le ocupa es la frontera entre las dos Irlandas. Lo de Escocia es ruido molesto y poco oportuno.