¿Es el Círculo de Economía de Unió y del PSC o sólo es razonable?

La Diada de 2012 cambió las cosas. La política catalana derivó hacia un proyecto muy concreto, que nunca había logrado apoyos masivos: el independentismo. El President Artur Mas consideró que no podía dejar de lado una manifestación tan importante, que se había organizado, a priori, para reclamar el pacto fiscal. Y asegura que con movilizaciones similares durante cuatro años, ningún responsable político debería despreciar esa petición, aunque desborde el marco legal.

Esa es una opción política, pero debe ir acompañada de la pertinente responsabilidad como gobernante. Y, aunque en privado pueda sostener que desea tensar la cuerda al máximo, con una hoja de ruta hacia la independencia si tiene mayoría absoluta, para poder negociar con mayor margen de maniobra con el Gobierno central que salga de las urnas el 20 de diciembre, lo que cuenta es el discurso público, la apuesta por la independencia, con la elaboración de una Constitución catalana en 18 meses, que sería refrendada «por el pueblo catalán».

La apuesta independentista de la lista Junts pel Si es esa, y la sostiene Convergència y Esquerra. Y lo importante esta vez es que es una candidatura que puede ganar las elecciones. Otra cosa es si obtiene mayoría absoluta, o si necesita a la CUP, o si busca, en el último momento, otros apoyos.

Y es esa novedad la que inquieta a los empresarios. No a todos, pero sí a los más representativos. Por ello, la posición del Círculo de Economía es trascendental. ¿Por qué? Porque aunque se le considere un lobby económico, alejado del día a día, con personalidades diversas, empresarios, banqueros, académicos o intelectuales, ha sido la gran referencia para la economía y la política no sólo de Cataluña, sino del conjunto de España. Apostó por la modernización de España desde finales de los años cincuenta. Y sus recetas durante décadas se han demostrado como las más adecuadas para que España sea un país homologable al entorno europeo.

Pudiera considerarse que la Junta del Cercle ha decidido apostar por los socialistas catalanes, muy diezmados, o por Unió Democràtica, que ahora camina en solitario. Pero las cosas son más fáciles. Tanto Miquel Iceta como Josep Antoni Duran Lleida o Ramon Espadaler defendieron este miércoles el comunicado del Cercle porque consideran que, en realidad, es lo más razonable que se escucha en Cataluña.

Veamos. Si la lista de Artur Mas gana las elecciones, con mayoría absoluta, será políticamente muy relevante, pero no debería cambiar la situación jurídica de Cataluña, porque son unas elecciones autonómicas. En ese caso, es evidente que el Gobierno español que salga de las urnas el 20 de diciembre, deberá tomar nota y buscar una salida, que podría ser la convocatoria de una consulta legal y acordada, como ocurrió en el Reino Unido con Escocia.

¿No les parece lo único razonable? Es más. En el caso de que no gane la lista de Mas, el Cercle deja claro que el problema no dejará de existir, y que también se deberá encontrar una salida política, porque existe una mayoría minoritaria, o una minoría mayoritaría que no desea seguir como hasta ahora.

Pues bien, esa partida la ha ganado el presidente del Cercle, Antón Costas, frente a otros empresarios y directivos que arropan a Mas en esta aventura, como Artur Carulla. Lo razonable se acaba imponiendo, decía Isidro Fainé en Economía Digital hace unos días. Esperemos que así sea.

Pero que no digan lo que no es. En el Cercle, aunque nunca se admiten ganadores y perdedores, esta vez han ganado los razonables.