ERE con overbooking
Resulta difícil imaginar qué ocurre para que en un procedimiento de ERE voluntario haya 1.020 candidaturas más de las necesarias
Los datos del paro y las expectativas económicas no son nada halagüeñas, la recuperación se retrasa y los cierres se acumulan. El INE afirma que el Covid se ha llevado por delante a 207.000 empresas y 323.000 autónomos.
En los últimos días se han anunciado 15 macro despidos que dejarán en la calle a 28.000 trabajadores de sectores tradicionalmente motores de la economía española como el bancario, distribución, automoción o energético.
Los datos de la EPA con una leve reducción del paro son ficticios, 200.000 desesperanzados se han borrado de las listas del paro y han arrojado la toalla en la búsqueda de empleo. La gestión económica tanto del Gobierno central como de las Comunidades autónomas y ayuntamientos es delirante, irresponsable y solo comprensible desde el que tiene como lógica la preservación de su posición política por encima de la búsqueda del bien común: en el último año mientras se destruían 624.000 empleos en el sector privado se creaban 150.000 en el público.
No hay que ser un economista de primera para darse cuenta de que el resultado de tener menos cotizantes y más gasto público implica más déficit, menos recursos para infraestructuras y servicios y más impuestos.
En este contexto parece que el que conserva su empleo tiene un tesoro pero, al parecer, no todo el mundo lo ve así.
El Corte Inglés, una empresa ejemplar, que ha generado decenas de miles de empleos directos e indirectos a lo largo de decenios y ha permitido a miles de proveedores PYME crecer y dar a su vez también empleo, anunció un ERE para 3292 trabajadores.
La firma de referencia en grandes almacenes ofrecía 33 días por año trabajado con un máximo de 2 años de salario y excluía a los mayores de 50 años del expediente de regulación dado que consideraba que los mayores de esa edad son más difíciles de reubicar en un mercado laboral átono y menguante como el actual.
Lo sorprendente es que tras lanzar su oferta a la plantilla, lejos de crearse un ambiente de ansiedad sobre quienes serían los nominados a abandonar tan sólida compañía hubo 1.020 candidaturas más de las necesarias.
¿Cómo puede ser que 4312 personas se presenten voluntarias a abandonar su empleo y prefieran una indemnización y una prestación cuando tiene por delante aún, como mínimo, 17 años de vida laboral y cotización?
Reconozco mi estupefacción, no se que pasa por el cerebro de alguien que se ofrece voluntario al sacrificio de perder su empleo para pasar a percibir una prestación subsidiaria. Es obvio que al El Corte Inglés no le conviene en forma alguna que haya manifestaciones y protestas frente a sus centros pero a mi me hubiera gustado mucho más que hubiera protestas que comprobar que hay una carrera para encontrar voluntarios a dos años de retribución sin trabajo.
Las prestaciones de desempleo no son un derecho equivalente a la pensión de jubilación. Si bien es cierto que en la nómina se retiene a los trabajadores un % a costa de dicha prestación la misma debería ser solo un extremo y es, en su concepción inicial, una prestación destinada a que en ese tiempo la persona desempleada busque activamente un empleo.
Más allá de la inconsciencia de agotar una prestación que luego puede ser necesaria si se pierde otro empleo es evidente que de ni de forma individual ni colectiva hemos adquirido suficiente consciencia del significado de las cifras macroeconómicas de caída del PIB o de incremento del desempleo. Esta pandemia parece para muchos una especie de mega colonias y campamento de verano como si el drama nos fuera ajeno.