ERC, desaparecida
De todo lo que vaya mal ahora y lo que sucede después ERC ha de asumir su cuota alícuota y, en cambio, JxCat no
Pedro Sánchez y Quim Torra tienen en común que parecen buscar constantemente los focos pero sus dos vicepresidentes son distintos.
Pablo Iglesias lucha y se desgañita por salir en la foto. No hay confinamiento que le reprima. Él quiere, él necesita, que todos sepamos que la suya es la mano que mece la cuna, o más bien la que pone la funda al colchón de Sánchez.
Pere Aragonès, en cambio, ha pasado a un segundo, quizás a un tercer plano. Su posición es incomoda por muchos motivos. La primera de las causas de dicha incomodidad es que Sánchez está al frente de esta crisis gracias a su apoyo y la gestión de la misma por parte del presidente del Gobierno no está mereciendo el aplauso unánime, ni mucho menos.
De todo lo que vaya mal ahora y lo que sucede después ERC ha de asumir su cuota alícuota y, en cambio, Junts per Catalunya no. Sus incómodos socios de gobierno siempre podrán decir que lo de Sánchez no va con ellos. Es más, Torra se está poniendo las botas rajando contra Sánchez siempre con un ojo puesto es desgastar a ERC.
El segundo de los motivos de incomodidad de ERC es que dos de los consellers en el ojo del huracán son suyos: el de trabajo, Chakir El Homrani, y la de salud, Alba Vergés. Los republicanos hasta ahora habían gozado de la ventaja de que el desgaste de gobernar se la llevaban los exconvergentes, pero ahora ya llevan años de poder en la Generalitat y eso empieza a pasar factura.
El tercero de los motivos por los que a ERC la alarma le ha cogido con el pie cambiado es que su flamante presupuesto es nonato. El 18 de marzo se debían de haber aprobado las cuentas de la Generalitat, unas cuentas pactadas con los comunes que debían incrementar el gasto público, creaban nuevos impuestos y que eran la tarjeta de presentación de los republicanos en unas elecciones que se preveían inminentes.
Como siempre Íñigo Urkullu ha estado más hábil
Se dice que toda crisis tiene algo positivo, en este caso será que esas cuentas nefastas no vean la luz, como mínimo por ahora. Las cuentas deberán rehacerse, a no ser que una obstinación ciega les lleve a mantenerlas contra viento y marea.
Torra ha ganado protagonismo estos días, en su exhibición de visceralidad antiespañola y antigubernamental le sale en parte natural y en parte es calculada para gestar a sus socios republicanos.
Gabriel Rufián, Pere Aragonès y Oriol Junqueras parecía que lo tenían todo a favor y ahora ni tienen discurso ni saben dónde esconderse. Como siempre Íñigo Urkullu ha estado más hábil y de un plumazo ha hecho un “quitabicho” y le ha dicho a Sánchez “si te he visto no me acuerdo”.