ERC busca el poder municipal
Borràs y Puigdemont se han convertido en ingredientes perjudiciales para la evolución normalizada del “procesismo” de cara a las municipales
Los veranos en política siempre son peligrosos porque esconden noticias que sorprenden o que son simples serpientes informativas. Las primeras ayudan a vender más diarios, llenar espacio o a tener más tráfico en la web. Las llamadas serpientes son engañosas y tienden a ganar una atención injustificada.
El verano informativo también es una buena ocasión para colar noticias que durante el resto del año no interesan. En estos momentos hay tantos especialistas en este tipo de noticias que obliga a dejar muchas informaciones “serpentiles”, sobre todo municipales, fuera del escenario. Pero esta es otra cuestión. Este verano las noticias de verdad van sobre el calor, la sequía, el incremento de los precios energéticos, los miedos en el Ibex, algunas píldoras del conflicto en Ucrania y no mucho más.
La posible sustituta de Borràs
En cuanto a la política catalana, una vez apartada Laura Borràs de la presidencia del Parlament y sin sospechas de que la renuncia sea personal, las dudas quedan sobre la complacencia de ERC ante la sustituta Alba Vergés, vicepresidenta de la Mesa. Si Borràs presentara su dimisión, el Parlament se vería obligado a votar por otra presidenta o presidente. Al encontrarse ante una situación obligadamente temporal, la institución solo puede buscar una suplencia.
El problema es que el remplazo recae sobre la que fuera consellera de Salut y, con toda seguridad, candidata a la alcaldía de Igualada en las próximas elecciones municipales. ¿Dónde está el inconveniente?
Es de matiz, pero profundo. ERC se está preparando para ser la fuerza política de mayor potencia en Cataluña. La suya se presenta como una vía posible con un partido que marque las políticas plausibles, como en su momento lideró CiU. Para que eso sea una evidencia, el partido de Aragonés debe hacer un excelente papel en las próximas elecciones municipales. Ganarlo todo o casi todo, y marcar un prestigio mucho más avanzado que el realizado en el gobierno de la Generalitat.
En resumen, Esquerra trabaja para hacer unas elecciones municipales perfectas, convirtiéndose en el partido más votado en los ayuntamientos catalanes. No lo tiene fácil. Sus enemigos son dos: primero, la fuerza municipal socialista que parece renacida en todo el territorio después de unos cuantos años de ausencia, segundo la ingravidez que produce Esquerra en una parte del electorado independentista.
División del voto independentista
En estos momentos el votante “indepe” está dividido entre el pragmatismo y lo imposible. Pero son dos opciones que provocan muchas dudas entre los votantes indecisos. Esa es la duda que puede provocar en Igualada si se deja constancia de que Alba Vergés es la que ha sustituido a Laura Borràs en la presidencia. Porque no todo el votante obsesionado de la bancada independentista lo tendría claro. Una distorsión que antes no existía.
Igualada es la capital de una comarca importante para la política catalana, el Anoia. Durante los últimos años ha sido convergente y con anterioridad, socialista. Que la futura alcaldesa pueda ser de ERC es una avance en la estrategia que persigue el partido de Pere Aragonès. Borràs complica la situación.
En estos momentos, Laura Borràs se ha convertido en un lío para los dos partidos independentistas de gobierno. Para una de las formaciones, la suya, dificulta el entendimiento en sus estructuras internas; para el otro, en las propuestas que tienen sobre la mesa, ya que cualquier situación de controversia con el “caso Borràs” les es perjudicial.
El pánico generalizado a enfrentarse con el personaje está más basado en el desconocimiento de cómo podría afectar a las perspectivas electorales de cada uno de los partidos, que a un conocimiento certero sobre su efecto negativo. Dos nombres en retroceso, Borràs y Puigdemont, se han convertido en ingredientes perjudiciales para la evolución normalizada del “procesismo” de cara a las municipales. Es un momento interesante que puede tener sorpresa. Quién lo iba a decir.