Entre el indulto y la amnistía
Una cosa es no arrepentirse de lo hecho y otra muy distinta es amenazarnos a todos, empezando por el pueblo catalán, con el sabido “lo volveremos a hacer” o repetición del delito
Nada indica que con Pere Aragonés al frente de la Generalitat de Catalunya se vaya a enterrar la larga etapa de confrontación civil y de displicencia gubernamental precedente. El republicano viene de donde viene y pertenece al partido al que pertenece, que de santo-santo no tiene nada, aunque sí de mártires no canonizados. Más allá de La Vanguardia, que le hace la rosca, nadie más apuesta por él como motor del cambio de crujía, aunque se le otorguen los decorosos cien días para que ponga rumbo cierto a su gobierno.
Digo rumbo cierto porque hasta hoy, incluyendo el discurso de investidura y el pronunciado cuando su toma de posesión, más los diputados de la CUP que le hicieron un corte de mangas a las diez horas de prometer (es un decir) su cargo aprovechando un desahucio mandado por juez, lo dudoso domina sobre la cierto. Los miembros de su gobierno son tan nuevos como el Seat 600 de mi juventud.
Tanto es así que sigue exigiendo – a ver cuándo se desconjuga este verbo en el relato soberanista– del gobierno de España la amnistía para los condenados por el golpe de octubre de 2017. Lo hace a sabiendas que esto es un imposible constitucional, pero conociendo que los del lazo amarillo precisan de este tipo de alpiste para seguir votando al artefacto compuesto por ERC-JxCat-CUP.
La amnistía viene del griego amnestetia, olvido y perdón, y es causa de extinción de la responsabilidad penal atendido que el ilícito cometido ya no lo es. Lo habitual es que lo dé el poder legislativo mediante ley, cosa que la Constitución vigente ni tan sólo contempla. No estuvo en la mente de los constituyentes por la sencilla razón de que esa amnesia sólo se da en un cambio de régimen político, pacífico o no, y se dirige a los presos políticos del anterior.
Pedir lo ilegal forma parte de la doctrina independentista, como también lo es pintar en las paredes aquello de “ni olvido, ni perdón”
Es evidente que en España rige el mismo sistema político desde 1977 y que consecuentemente no es este el supuesto de los condenados por el Tribunal Supremo. Sin embargo, pedir lo ilegal forma parte de la doctrina independentista, como también lo es pintar en las paredes aquello de “ni olvido, ni perdón” referido a la actuación de algún elemento de la Policía Nacional cuando el ilícito referéndum que convocó Artur Mas y que para nada sirvió, excepción hecha de ser servida su cabeza a los cuperos, que en esto favor nos hicieron.
Otra cosa es el indulto. Una gracia que excepcionalmente concede el jefe del Estado a propuesta del Consejo de Ministro por la cual se perdona total o parcialmente una pena o la conmuta por otra más benigna. El indulto está en nuestra ley primera. Luego, ¿cuál es la parte que no agrada a los independentistas? Pues que el indulto lo es a título individual y no colectivo, como sí lo es la amnistía, pero es que además la dispensa de la pena impuesta no borra el acto delictivo por el cual se impuso la pena. Les duele aquí.
Para qué se va a indultar a quienes, como el mismísimo Aragonés, han reiterado post-designación, vienen anunciándonos que van a repetir la intentona de golpe de Estado
Parece ser que en el ánimo del presidente Pedro Sánchez está conceder indultos a convictos del pronunciamiento político a favor de reconvertir una comunidad autónoma en república independiente del resto del Estado que hizo posible la primera, la autonomía, pero sin contar con el beneplácito de los demás para la segunda, el desgaje para ir por libre. Sánchez justifica los indultos como contribución a la “concordia y a la convivencia”, contraponiéndolo a la “venganza y a la revancha”, pero se olvida que año y medio atrás dijo aquello de “quiero garantizar a la ciudadanía que la sentencia se va a cumplir”, puntualizando la vocera Carmen Calvo que el cumpliendo de la condena “debe ser íntegro”. No sé por qué evoco ahora a Pinocho. ¡Qué cosas tiene el escribir!
Él sabrá, pero yo me pregunto para qué se va a indultar a quienes, como el mismísimo Aragonés, han reiterado post-designación, vienen anunciándonos que van a repetir la intentona de golpe de Estado. De indultos, en nuestra aún joven democracia, los ha habido de todo tipo y de toda clase, incluidos lo que de arrepentimiento nada de nada. Pero una cosa es no arrepentirse de lo hecho y otra muy distinta es amenazarnos a todos, empezando por el pueblo catalán, con el sabido “lo volveremos a hacer” o repetición del delito.
Y digo yo, ¿a qué vienen unos indultos que no servirán absolutamente para nada? Pues viene a cuenta de que Sánchez se juega estar o no estar en La Moncloa, como en boca de todos anda, incluso de los suyos. Esto también es un quebranto constitucional hecho con abuso de poder. Así de claro.