Enfermos de histeria

El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, ha advertido de que existe «riesgo» de corralito en Catalunya si se independiza de España. ¿No me diga? No teníamos bastante con las diez plagas de Egipto que este hombre se inventa la onceaba. Un absurdo que ni él mismo se cree, puesto que al rato de hacer ese extravagante anuncio en un desayuno informativo de Europa Press ha matizado de que se trataba de un «futurible altamente improbable». Incluso el consejero independiente del Banco de España y catedrático de la UPF, el balear Guillem López Casasnovas, considera que el anuncio del regulador sólo busca la intimidación. Después del comunicado de la ABE y la CECA sólo faltaba la amenaza del Banco de España. ¡Vaya panda de mangantes!

Los unionistas están desesperados. Enfermos de histeria. Lo estamos viendo todos los días. Periodistas, banqueros, políticos, izquierdistas de medio pelo, empresarios e intelectuales subsidiados presionan a los electores de manera antidemocrática e inadmisible. Lo ha denunciado este lunes el presidente Artur Mas en una rueda de prensa, advirtiendo de que los asediadores son «personas al servicio del Estado, altos funcionarios que no quieren perder ni statu quo ni poder y pueden llegar a la inmoralidad, la irresponsabilidad y la indecencia de amenazar con cosas que nadie en un país con calidad democrática se atrevería a insinuar». A esos patriotas españoles les duele tanto España que son capaces de cualquier cosa. En otros tiempos, cuando las cloacas del Estado urdieron los GAL, ese mismo tipo de gente miró hacia otro lado, menospreciando el mínimo sentido ético de la política, y dejó que el Estado asesinase para «defender» (?) la democracia.

La mentira debería estar penalizada. Pero lo que los electores deberían castigar de forma contundente es el oportunismo político de los carroñeros. Que los sindicatos españoles, CC.OO. y UGT, se pronuncien sobre las elecciones catalanas y la independencia de Cataluña es realmente sorprendente, aunque forma parte del servilismo de un sindicalismo paniaguado. Pero lo que ya es de risa es que el candidato de Catalunya Sí que Pot, Lluís Rabell, le dé la razón al gobernador del Banco de España al contemplar la posibilidad de que se produzca un corralito en Catalunya si se ejecuta la hoja de ruta unilateral de Junts pel Sí. «Podría ser una eventualidad en una determinada situación», ha largado como respuesta en la conferencia-coloquio del foro Primera Plan@ celebrada esta mañana. Rabell es el peor candidato que se ha presentado al frente de una coalición teóricamente de izquierdas.

Este hombre ha perdido una bujía y mientras busca con ahínco los votos perdidos por el camino, su insistencia en plantear el 27-S como una lucha entre los de arriba y los de abajo, prescindiendo de lo evidente, que al perecer es lo que finalmente ha descubierto su jefe de filas en Madrid, que Cataluña es «otro país»,  le coloca al mismo nivel del presidente de la cadena de moda nupcial Pronovias, Alberto Palatchi, quien ha enviado un comunicado a sus trabajadores, siguiendo el ejemplo de Jorge Gallardo, de Laboratorios Almirall, para amedrentarles y condicionar sus voto. ¡Todo por la Patria! Sólo en los corruptos estados tercermundistas se da una situación así. La débil democratización de España se resuelve siempre con ese nacionalismo agresivo e imperial que recuerda las portadas de 1898.

Un amigo mío, muy cachondo, me mandó ayer un correo electrónico para advertirme que Salvador Alemany, presidente de Abertis, estaba a punto de emitir un comunicado anunciando que si gana el «sí» el próximo 27-S se llevará a España todos los peajes. Dice que no dejará ni uno en Cataluña. «Yo creo que nos deberíamos replantear lo de la independencia», me sugiere mi amigo. Lo suyo es tomarse a guasa tanta estupidez, aunque, señores, en cualquier escuela de negocios se aprende que generar inestabilidad política eriza los pelos de la «casta» y, en cambio, deja indiferentes a los que no tienen nada que perder.