¿En qué se parece David Cameron a Pablo Iglesias?
Hay un dicho popular entre los estudiantes ingleses. No hay nada más peligroso que un alumno estúpido que haya sido brillante en Eaton y Oxford. David Cameron cumple los dos requisitos y además acaba de revalidar su condición de estupido, engreído e irresponsable. Ha sacado al Reino Unido de la Unión Europea.
Podría decirse de él que es un ludópata de la política. Le apasiona el riesgo y lo lleva al límite hasta perder. Convocó un referéndum para dilucidar la independencia de Escocia que se celebró el día 18 de septiembre de 2014. La cosa se puso tan fea que solo la intervención de los laboristas escoceses, sobre todo la brillante campaña de su predecesor, el ex primer ministro Gordon Brown, consiguió el rechazo a la independencia. No había necesidad de ese referéndum que no tenía precedentes en ningún país de Europa. Cameron lo convocó para ganar popularidad y ser reconocido como un líder sin miedo a las situaciones difíciles.
Menos de dos años más tarde, Cameron ha vuelto a tirar los dados, esta vez sobre el «brexit» o salida del Reino Unido de la Unión Europea. Su ludopatía política le ha llevado a perder la apuesta que puede ser una tragedia para el Reino Unido y también para Europa.
Margaret Thacher, predecesora de Cameron en el liderazgo del partido conservador británico, sentenció hace algún tiempo: «el referéndum es el instrumento favorito de los demagogos y los dictadores». Debería haber añadido «de los irresponsables y los idiotas».
Hay una regla de oro en la vida: «nunca te juegues lo que no tienes derecho a perder». Vale para el casino, para la bolsa y para la política. Cameron la vulneró con los intereses en juego que no eran suyos sino de todos nosotros.
Se abren debates que tienen reflejos en las elecciones de hoy en España. ¿Puede celebrarse o propiciarse un referéndum sobre algo que es ilegal, que puede incitar a romper España para demostrar que se es más demócrata o para ganar un puñado de votos?. Pablo Iglesias dice, hasta día de hoy, que no es partidario de la independencia de Cataluña. Añado yo: «en la misma medida que David Cameron no era partidario del brexit». Increíblemente, Pablo Iglesias y David Cameron se parecen más de lo que pudiera pensarse. Es verdad que el elitismo de Iglesias no es de Oxford, pero le ha sacado mucho jugo a la Complutense.
Por qué convocar una consulta sobre una posibilidad no deseada, que es perjudicial para los intereses generales y que puede no tener retorno. Respuesta: porque se es un demagogo o un irresponsable.
La dimisión en diferido del premier inglés es una asunción de responsabilidades asimétrica con el desastre causado. Los británicos han utilizado una posibilidad que les dio, sin ninguna obligación de hacerlo, David Cameron. ¿Quien es el responsable del resultado de una consulta que parecía que iba a salir gratis?
La sociedad británica se ha partido en dos. Han ganado los mayores, quienes tienen nivel de estudios más bajos y sobre todo los populistas antisistema. Por un poco más de un punto porcentual, los británicos han puesto el futuro en riesgo.
Miremos a España a los especialistas en decir lo que algunos quieren oír y a los que no les explican el coste de esas decisiones.
La historia de los populismos es exactamente esa. De izquierda y de derecha, no hay diferencias. Sumar a un proyecto a todos con los ingredientes a la carta que satisfagan a cada uno. Aprendices de brujos, expertos en experimentos de laboratorio que pueden volar el edificio. En España estamos atiborrados de populismo. Dicen una cosa hoy y otra mañana. Y no explican los costes de sus ensoñaciones.
El brillante alumno de Eaton y de Oxford ha conseguido pasar a la historia como el premier que sacó al Reino Unido de la Unión Europea y probablemente acabó o daño irreversiblemente el sueño europeo. Ahora dimite, se irá a dar conferencias sobre su propia estupidez y nosotros nos quedamos con el destrozo.
Aterrice por primera vez en Londres en 1971. Ellos no estaban en la Comunidad Económica Europea. Nosotros tampoco. Todo era distinto y ellos eran muy suyos, ajenos a Europa en muchas cosas, orgullosos de su convaleciente Commonwealth, heridos por la independencia de la India. Todavía controlaban Hong Kong. Me llamaron muchas cosas la atención. Después la sociedad británica creció con su integración en Europa. Ahora se han ido.
Me gusta el Reino Unido. He vivido tres años en Londres. Tengo que ir a despedirme porque temo que nada será igual. Todo por culpa de un estúpido, brillante alumno de Eaton y Oxford; ludópata de la política con los intereses de otros.
Vuelve a haber una niebla espesa en el canal de La Mancha. Algunos cretinos pretenden que el continente europeo vuelve a estar aislado. No se dan cuenta que ya no les queda ningún imperio a donde aferrar esa absurda sobredosis letal de patriotismo