En la confidencia

El independentismo se centra en musitar confidencias sobre y contra el adversario, ya no para conseguir la república sino para mantenerse en el poder

Hay un excelente ensayo del filósofo Eloy Fernández Porta que lleva por título En la confidencia, en el que dibuja un sorprendente fresco del poder de lo musitado, del rumor compartido, del deseo de revelar al otro que «yo sé algo que tú no sabes, y eso nos hace distintos; deja que te lo cuente y seremos iguales».

Una de las características de la nueva etapa del independentismo está centrada en alimentar este poder musitando, a media voz, confidencias sobre y contra el adversario. Si antes el adversario era el implacable PP, ahora es la pragmática ERC.

Uno de los rumores que más se está extendiendo se centra en convertir el encuentro «patriótico» del Consell per la República en Perpiñán en el punto de inicio del retorno del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que puede presentarse como candidato para las próximas elecciones autonómicas.

Corren ríos de tinta/conversaciones anunciando la llegada de Puigdemont. El gobierno francés tiene más miedo, eso dicen, a las consecuencias derivadas de una prohibición en Perpiñán que a los logros políticos que consiga el diputado europeo.

Todos ven en Perpiñán el lugar donde se congregarán más de 100.000 catalanes para exaltar la república, criticar a ERC y demonizar a Oriol Junqueras. Todas estas elucubraciones se confiesan como verdades absolutas.

Como indica Fernández Porta, “la confidencia viste sus mejores galas –cielo y escoria– para ocultarnos la verdad”.

Perpiñán medirá la fuerza de las dos almas independentistas

Sigamos el camino de las confidencias que se difunden alrededor del acto del 29 de febrero en Perpiñán y llegaremos hasta el rumor sobre la posibilidad de que Marta Rovira se presente con Puigdemont para celebrar que hay otra ERC, al margen de Junqueras.

Se espera a Rovira, también la virtual, para hundir en la duda a Junqueras. La confidencia se abre paso en la política catalana como antídoto ante la certeza de que nadie sabe lo que va ocurrir.

De la misma forma que en la antigüedad se compraba a los oráculos para que mintieran para favorecer los intereses de los más poderosos, ahora se utiliza el contagio del rumor, de las confidencias, de las mentiras interesadas o verdades deformadas para alimentar la imaginación de la política catalana.

Tener la primicia, oír lo nunca oído, ver lo que no han visto ni los muertos, es más importante que enfrentarse a los hechos.

Y los hechos son: que hoy existe una mesa de diálogo que, con la aportación de los 44 puntos del Gobierno español se ha convertido en una verdadera mesa de negociación; que ahora la mesa de negociación se convertirá en uno de los ejes de la próxima campaña; que todo el entorno del diputado europeo Puigdemont está pidiendo que se vuelva a presentar…

También que el acto del Perpiñán medirá la fuerza de las dos almas independentistas, la que aspira a ser gobernada por el pragmatismo y la que aspira a la insumisión permanente.

El hecho de que el independentismo político se mueva cada vez más en la confidencia implica, en esencia, que su lucha ya no está orientada en la consecución de la república sino en conseguir mantenerse en el poder.

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