En defensa del legado de Felipe González
Hay que ser muy torpe para romper las últimas amarras que ligaban a este Gobierno con el mejor presidente de la democracia española
Me dirán ustedes que no hace ninguna falta salir en defensa del que sin duda ha sido el mejor presidente de la historia de nuestra democracia, el tipo que modernizó nuestro país, nos metió en la Unión Europea, alejó los fantasmas del golpismo democratizando nuestro ejército, mejoró el nivel de vida hasta colocarnos entre los países más desarrollados del mundo y colocó a España como un actor fundamental en política internacional, pero sí, sí que hay que hacerlo.
Y hay que hacerlo porque estamos asistiendo al mayor ataque contra su figura y su legado desde que abandonó la presidencia del Gobierno tras 14 años ininterrumpidos al frente del mismo.
Y hay que hacerlo porque esta vez el ataque no viene de la derecha, sino que ha sido cocinado desde el entorno de Moncloa y se ha materializado a través de una de las antenas del principal aliado mediático y empresarial del Gobierno.
No es casual que sea tras unas suaves y ponderadas palabras de Felipe González sobre el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos cuando operadores políticos monclovitas, que en cualquier país medianamente desarrollado (incluyo la mayoría de los africanos) nunca hubieran pasado de tercera regional, decidan “dar una lección” (las comillas no son casuales) al expresidente y lanzar un aviso a todos los navegantes que decidan ir por ese camino.
No es casual que el grupo mediático más generosamente regado con dineros gubernamentales decida dar como “noticia” unos refritos provenientes de las cloacas de la CIA, sin pruebas, desclasificados en 2011 y sólo publicados en 2017 por algunos medios cercanos a izquierda abertzale.
Y no es casual que EH Bildu, uno de los apoyos más sólidos y militantes del Gobierno desde su investidura utilice esos refritos para tratar de convertir el Congreso de los Diputados en un tribunal inquisitorial de hechos ya juzgados y por los que González nunca fue condenado.
Mientras Nerón y Tigelino se divierten en el coliseo, Roma arde
Y es que hay que ser torpe. Hay que ser muy torpe para romper las últimas amarras que ligaban a este Gobierno y el principal partido que lo compone con el hombre que representa la mejor y mayor época en el gobierno de ese partido en sus más de 140 años de historia.
Hay que ser muy estúpido para deshacer los últimos nudos emocionales con todas las generaciones que siguen votando PSOE porque es el partido de González, liberándoles así de cualquier compromiso futuro.
Hay que ser muy soberbio para no saber evaluar que las pérdidas de este sinsentido para el PSOE son mucho mayores que cualquier posible ganancia para el ego elefantiásico de sus ejecutores, a quienes por cierto, los 140 años de historia del PSOE les importan una higa, y solo quieren poder lucir la cabeza de González en su particular museo de los horrores.
La historia de las naciones es un puzle que se compone de muchas piezas de difícil encaje, buena parte de esas piezas es el legado de sus líderes políticos.
Con este ataque miserable a González no es a Felipe a quien se cuestiona. Estamos ante un intento orquestado para reescribir nuestra historia reciente al dictado de una nueva clase política mercenaria que como los prefectos de pretorio en la antigua Roma solo son leales al emperador mientras éste pague su soldada y mantenga sus privilegios.
Y mientras Nerón y Tigelino se divierten en el coliseo, Roma arde.