En defensa de Manel Fuentes, periodista
Tengo que confesar que no he sido nunca fan de Manel Fuentes, pero ahora lo seré.
Lo he decidido después de ver cómo ha sido objeto de un linchamiento público ignominioso. El motivo de esta ofensiva contra el periodista fue una entrevista realizada hace unos días al profesor Vicenç Navarro. La entrevista desafiante, impertinente, no es la mejor entrevista que le he sentido hacer a Manel Fuentes, él mismo lo ha reconocido e incluso se ha disculpado (de 0’50’’ a 1’40’’). Tampoco creo que el profesor haya sido muy brillante. Pero el nivel de crítica, los insultos, el hashtag #fuentesdimissio y la creación de un grupo contra él en Facebook ha sido una respuesta tan exagerada que he escuchado la entrevista otra vez, porque creía que hablaban de otro Manel Fuentes.
El estilo de Fuentes siempre es incisivo y muy poco complaciente con el entrevistado. Si esto no gustara a nadie, su programa no habría llegado a ser líder en menos de dos temporadas. Por si alguien no lo sabe, el Sr. Fuentes fue un fichaje del gobierno tripartito (*), después de que una profunda reforma de la parrilla (alguien denominó a esto “sacar la costra nacionalista”), hubiera dejado la emisora en tercer lugar del rànking de audiencias. Fuentes es un periodista que se prepara bien las entrevistas, de forma tan profesional que, para mejorar sus conocimientos sobre economía, va y decide hacer un posgrado en una de las mejores escuelas del mundo. Contrasta su actitud, con la de un presidente del gobierno creyó que esto lo podía aprender en dos tardes. Otro ejemplo es una entrevista, de una temática que no tiene nada a ver, que le hizo a un reciente nombrado director general del gobierno que lo dejó en evidencia ante los funcionarios del departamento.
Según Antoni Puigverd, la nuestra es una sociedad medieval, donde cada vasallo defiende a su señor (haga lo que haga) y donde aspirar a la nobleza por medio de la meritocràcia es pecado capital (“¡¿¡Es ambicioso!?! ¡Qué muera en la hoguera!”). Sinceramente, a los ciudadanos de este país nos falta madurez para aceptar la diferencia (la de los de fuera), no toleramos el error (el de los otros) y entendemos la libertad como que yo pueda ir a la velocidad que me dé la gana (pero los otros no).
La respuesta del profesor Navarro a las disculpas del periodista publicadas aquí me parecen tan alejadas del ámbito académico y destilan una opinión tan poco científica y tan visceral (por cierto, contra un determinado partido político) que colocan al catedrático más cerca de Cervantes que del Premio Nobel Paul Krugman.
Yo no creo que los entrevistados deban ir a un programa radio esperando que le haga la ola. Ni tampoco creo que se tengan que pactar las condiciones de la entrevista (cómo dice el profesor Navarro que había pedido). Yo creo que cuando te escuchan 400.000 personas cada día, es porque algo debes de hacer que a la gente le gusta, ¡a pesar de que a algunos, no los guste que lo que haces guste tanto!
Tenemos ladrones confesos entre nosotros que han delinquido durante 30 años y nadie se atrevió a hacerles ninguna pregunta comprometida… porque eran respetados. La autoridad se tiene que respetar, pero el respeto se tiene que ganar cada día dando la cara, y Fuentes lo hace con una profesionalidad y liderazgo indiscutibles. Demasiados años nos hemos pasado confundiendo el oasis catalán con la autocensura ante los apellidos y las “autoridades competentes”. Si alguien piensa que puede hablar de pluralidad y automáticamente calificar de sectario a quien no piensa como él, que no me diga que se es hijo de un país, como mucho es hijo de una tribu.
La libertad y la tolerancia no significa que yo pueda decir la mía, sino que yo me propongo escuchar la de los otros.
NOTA (*): Si quienes acusan ahora al periodista, de ser la personificación de Satanás Neoliberal, tuvieran razón, ¿por qué no explican que fue un “gobierno de izquierdas y catalanista”, quién lo puso al frente del programa?