En contra de las manifestaciones inútiles

A pesar de estar totalmente de acuerdo en el lema y el fondo de quienes las promueven, no creo mucho en las manifestaciones. La mayoría son una flor de verano que no consiguen ningún resultado. En mi vida adulta sólo recuerdo haber ido a tres: La manifestación por la muerte de Ernest Lluch, profesor mío a quien admiraba; la del 10 de julio de 2010 y la de la Diada. Las dos primeras no tuvieron ninguna consecuencia.

Las manifestaciones reflejan un sentimiento compartido por muchos en una mismo momento, pero para conseguir resultados no es éste el trabajo que hay que hacer. Tomemos el ejemplo del fútbol:

Han habido partidos en los que la afición ha llenado el campo hasta la bandera. El estadio lleno a rebosar, las gradas abarrotadas, la respuesta de la afición masiva. ¿Y el resultado? A veces se gana y otras veces se pierde. Desengañémonos: la afición, por muy numerosa que sea y por mucho que anime, no gana los partidos. Para ganar la liga (¡y ya no digo la Champions!) hay que marcar los goles necesarios en los partidos decisivos, e incluso diría en los momentos críticos de los partidos decisivos.

Y para marcar estos goles se tiene que tener, entre otras virtudes, un equipo excelente y muy avenido, un conjunto que supere la suma de sus individualidades y para que este conjunto funcione, hace falta además, una adecuada estrategia de juego. Hace falta un plan de ruta, par dosificar las fuerzas y las posibles lesiones a lo largo de todo el campeonato, hace falta una utilización oportuna de tácticas para superar cada uno de los obstáculos (marcajes, juego sucio, contraataques, cambios de táctica del adversario, etc…) y hay que emplear el esfuerzo proporcional y suficiente para cada uno de los partidos importantes. La estrategia de un equipo no puede consistir en la formulación repetitiva del objetivo como: ¡»El Barça, el nuevo campeón de la Champions!». Esto no sirve para nada.

Otro ejemplo más manido es el de las batallas. Cuando Napoleón empezó a ganar batallas a ejércitos más numerosos que el suyo a finales del siglo XVIII, lo hizo gracias a la innovación que aplicó en la estrategia militar y a una muy organizada intendencia (*).

¿Será la de la Diada una manifestación inútil? Deseo que no, pero soy tan escéptico como lo era el 11 de septiembre Quim Monzó en La Vanguardia.

Y lo soy porque he tenido la suerte de conocer algunos de los dirigentes políticos y económicos de este país y lamentablemente ninguno de ellos ni siquiera cree que nos haga falta un plan. Están convencidos de que la independencia de Catalunya se producirá por generación espontánea, ya sea por una proclamación desde el balcón de la Generalitat o por una votación del Parlamento de Catalunya. (La historia no les ha enseñado nada. ¡Válgame Dios!)

Cuando todo el mundo quiere liderar la creación de una empresa, antes de su lanzamiento público hay un plan de negocio que incluye el marketing, la tesorería y los diversos escenarios. A continuación hace falta también el apoyo de una mínima cantidad de inversores. Y además, hay que cumplir con las leyes y solicitar un montón de permisos. Si crear una empresa ya es complicado, ¿cómo no lo va a ser construir un país entero?

Ojalá me equivoque. Ojalá haya un equipo escondido no sé donde elaborando un country plan y unos bonos lobbies buscando posibles inversores por el mundo. No nos hacen falta más proclamas. No tengo ganas de ver como los catalanes hacemos el ridículo. Lo que se tenga que hacer hagámoslo bien.

(*) Nota: Napoleón fue el primer lugarteniente militar que alimentó a sus soldados gracias a las conservas que había descubierto pocos años antes un pastelero francés. Otra innovación de Napoleón fue la rapidez para mover a sus tropas: mientras él movía sus ejércitos a 140 pasos por minuto, sus adversarios apenas conseguían pasar de los 70. Cerca de un siglo después, el unificador de Alemania, Otto von Bismark, mejoró esta aplicación desplazando las tropas con ferrocarril. La misma estrategia usó Hitler con su guerra relámpago. Todos ellos tenían una estrategia y todos ellos superaron a sus adversarios gracias a ella.