Empieza la cuenta atrás

Empieza la segunda y última semana de campaña electoral. El domingo que viene sabremos hasta dónde alcanzará la victoria de los partidarios del «sí» a la independencia. Porque lo primero que reconoce todo el mundo, incluyendo las encuestas publicadas y las no publicadas, es que Junts pel Sí va a ganar las elecciones. Lo que está por ver es con que margen, que en eso las encuestas no aciertan ni una desde hace tiempo.

Los soberanistas están muy movilizados. También lo estaban en Edimburgo cuando estuve allí para seguir la campaña del referendo que acabaron perdiendo los partidarios del «sí». Los dos casos no son comparables, porque, de entrada, los soberanistas escoceses cosechaban unas expectativas de voto bastante menos halagüeñas que las que en estos momentos todas las predicciones auguran a Junts pel Sí y a la CUP. Los soberanistas catalanes van a ganar y el «frente del no», que teóricamente no existe, no podrá presentar ninguna alternativa. La suma de diputados de PP, PSC y C’s sólo llenarán un autobús de los normales. Y los que un día están en el «sí» y a la mañana siguiente en el «no»: Catalunya Sí que es Pot y UDC, no pegan ni con cola. Ni entre ellos ni con los demás.

Así pues, no hay alternativa al soberanismo, que más temprano que tarde se va a imponer y no solamente en el aspecto electoral. Esta última semana será decisiva para los soberanistas y para determinar el equilibrio de fuerzas entre Junts pel Sí y la CUP. Dando por descontado que la guerra sucia unionista nos va a regalar alguna sorpresa, que resultará ser tan inventada como inútil, si lo que se pretende con ella es dinamitar la moral soberanista. A los estrategas de Junts pel Sí lo que les preocupa ahora mismo es si podrán obtener la mayoría absoluta en solitario o deberán contar con la CUP. Lo ideal sería que Junts pel Sí obtuviese 68 diputados y que la CUP llegase a los 9 o 10.

Eso sería la gloria porque a partir de ese momento se acabó la discusión sobre votos y escaños. El problema lo tendría Catalunya Sí que es Pot, cuya heterogeneidad interna puede llevarles a la ruptura, una vez Iglesias se dé cuenta de que la colación ya no le sirve para su propósito de llegar a la Moncloa. Además, la mayoría absoluta de Junts pel Sí evitaría que a la mañana siguiente alguien tuviese la tentación de ponerse a discutir esa estupidez sobre quién debe ser el nuevo presidente de la Generalitat, cuestión que los de Junts pel Sí ya tienen pactado y resuelto.

La insistencia de algunos de desvincular el voto a Junts pel Sí con la continuidad del presidente Artur Mas al frente de este complejo proceso es una equivocación. No digo por parte de la CUP, que ya se sabe lo que opinan al respecto, aunque creo que se equivocan, sino de los puristas que aún existen en el entorno soberanista. Creo que los antiguos votantes de ERC saben perfectamente que eso será así y lo tienen asumido. El problema, a mi modo de ver, es que el grueso de los indecisos es de antiguos votantes de CiU y las dudas no ayudan. Por lo tanto, es imprescindible hacerles llegar el mensaje de que el futuro gobierno catalán estará en buenas manos, con consejeros de ERC, CDC e independientes, bajo la presidencia de Artur Mas. A los moderados con los que hablo, incluso con aquellos que antes estaban cerca del PP pero que defienden el derecho a decidir, les tranquiliza saber que si votan a Junts pel Sí el presidente será el mismo que, de momento, está liderando la «revolución de las sonrisas» con una exquisitez absoluta.

Empieza la cuenta atrás. Las encuestas que se publicarán entre el domingo y este lunes, último día permitido para poder hacerlo, se dirigen a persuadir al elector indeciso. En el caso de los soberanistas, dicen los de Junts pel Sí, lo que importa es convencer a los que están por el derecho a decidir pero dudan sobre lo que pasará el día 28. A los que les asustan las inseguridades jurídicas, les gusta escuchar a Mas diciendo que si él es presidente del país nadie tendrá que pasar por una situación de violencia personal que lo empuje hacia el abismo, que es lo que les garantizó el actual presidente en el mitin de La Farga, en L’Hospitalet.

A esos indecisos, los de Junts pel Sí les recuerdan que sólo una victoria contundente, rotunda, clara, de su candidatura asegura la vía de la negociación. Lo de la DUI inmediata es la opción de la CUP, lo que da alas a los unionistas, y pone de los nervios a los soberanistas moderados. Cuanto más fuerte sea Junts pel Sí y no dependa de nadie más, mejor, dicen en el cuartel general de campaña de los soberanistas. Cualquier otra opción, o bien es tirar el voto (que es lo que pasará si se opta por UDC), o bien complicarán las cosas. Como les acabo de decir, lo ideal sería que el soberanismo alcanzase los 78 diputados: 68 para Junts pel Sí y 10 para la CUP.