¿Elecciones en marzo?
En los últimos días, numerosos políticos y periodistas consideran que el próximo mes de marzo volverán a celebrarse elecciones autonómicas. El principal motivo es la controversia entre las dos formaciones independentistas, Junts pel Sí y la CUP, sobre quién debe ser el próximo presidente de la Generalitat.
Los primeros consideran que Artur Mas es la única persona que merece ostentar tal cargo y aparentemente no aceptan votar a ningún candidato alternativo, sea o no de Convergencia. Dos son los principales argumentos: es un líder de talla mundial (¿?) y es la mínima recompensa que se merece por todo lo que ha hecho para que el denominado «procés» salga adelante.
Los segundos no lo quieren como presidente por su historia reciente. En concreto, por ser el impulsor de los grandes recortes sociales aplicados durante sus cinco años de mandato y no haber adoptado ninguna medida para impedir los presuntos casos de corrupción que afectan a su partido.
En base a los anteriores argumentos, la conclusión parece muy clara: nuevas elecciones autonómicas en el horizonte, las cuartas en menos de seis años. No obstante, la política en la Cataluña actual no es nada sencilla, sino muy complicada. Por ello, en numerosas ocasiones lo que a simple vista parece, resulta ser un espejismo. Desde mi perspectiva, las mencionadas elecciones no se celebrarán porque no les interesa ni a Convergencia ni a la CUP que tengan lugar, las dos principales fuerzas negociadoras.
Si se celebraran, no estaría nada claro que Esquerra Republicana volviera a pactar con Convergencia en las mismas condiciones que lo hizo para la contienda del 27S, especialmente si obtiene más votos que CDC en las generales del 20 de noviembre. Si no fuera posible el pacto, el partido de Artur Mas debería presentarse solo y con sus propias siglas. Un aspecto que propiciaría el castigo de un significativo número de sus antiguos votantes por dos principales razones: los históricos presuntos casos de corrupción del partido y de algunos de sus miembros más relevantes y, en menor medida, por las infructuosas concesiones otorgadas a una formación anti-capitalista como es la CUP. Unas cesiones que escandalizan a sus votantes más escorados hacia la derecha.
En el caso de la CUP, es una incógnita si la negativa a investir presidente a Artur Mas le quitaría o le daría más votos. No obstante, sería muy difícil que la nueva distribución de escaños le diera más poder del que le ha ofrecido la resultante del 27S. Por tanto, su influencia sobre el gobierno del país difícilmente aumentaría, en cambio, podría descender en una elevada medida, aunque incrementara el número de diputados obtenidos.
Además, es probable que no estén dispuestos a soportar la acusación de que por culpa suya el denominado «procés» ha entrado en vía muerta, al privar a éste del que algunos consideran su principal activo: Artur Mas. Unas presiones mucho menores llevaron a Esquerra Republicana a pactar con Convergencia una lista única en los comicios del 27S, a pesar de sus iniciales reticencias.
Por tanto, debido a los anteriores motivos, considero que en marzo no habrá elecciones. No obstante, tengo dudas sobre si Mas será o no otra vez presidente de la Generalitat. Depende de quién (Convergencia o la CUP) esté dispuesto a arriesgar más. CDC sabe que un nuevo proceso electoral puede hacerle perder el poder que ha ostentado durante los últimos cinco años y, dado que éste es el principal motivo de cohesión de sus miembros, llevarla a la desaparición, al menos en su formato actual. Es un gran motivo para ceder y proponer como presidente a otro miembro del partido, si la CUP no cede en su pretensión actual.
La CUP puede querer mantener la gran influencia que ahora tiene sobre casi cualquier nuevo gobierno y, por tanto, aceptar finalmente a Artur Mas como presidente. Además, así se evitaría una desagradable campaña mediática en su contra. A pesar de lo dicho durante la campaña y en las últimas semanas, la excusa para el cambio de opinión podría ser: «Cataluña, primero». Un lema escasamente original, cuyo copyright pertenece al patriota Jordi Pujol.
En definitiva, no creo que haya nuevas elecciones en marzo, pero no descarto que Artur Mas vuelva a ser presidente de la Generalitat. No obstante, la incógnita no se resolverá en los próximos días, sino en la prórroga (el 9 de enero). Es una de las características de la política catalana de los últimos años.