El último cigarrillo
Los ejercicios que se nos proponen desde el fin del confinamiento buscan mantenernos sanos en la misma medida de ser tratados como una sociedad enferma
La política del siglo XXI se basa en adiestrar a la sociedad para que siga una serie de pautas que permitan mantener en funcionamiento el sistema. A inicios del siglo XX, destacaba la figura del domador/hechicero que dominaba la voluntad de los ciudadanos con fuerza y determinación. En los dos casos se hace preciso imponer a la población una serie de ejercicios para que aprenda cuáles son sus límites y, sobre todo, a no traspasarlos.
La gestión de la Covid-19 permite observar hasta qué punto el político se ha convertido en un adiestrador que marca y ordena realizar determinados ejercicios a los ciudadanos con un fin particular. Los ejercicios planteados por parte de algunas comunidades autónomas, como prohibir fumar en el exterior a no ser que se esté a una distancia de dos metros, y que el Gobierno español secunda, se basan en la lógica de mantener tensionados a los ciudadanos con nuevos ejercicios para la lucha contra la pandemia.
Esta medida evoca la voz de Italo Svevo cuando Zeno Cosini, el protagonista de su libro La conciencia de Zeno, fumador empedernido, se hace la siguiente pregunta: ¿Acaso me gustaría, como a ese viejo higienista descrito por Goldoni, morir sano tras haber vivido enfermo toda la vida?
Todos los ejercicios que se nos proponen desde que hemos salido del confinamiento, basados en protocolos y medidas restrictivas del espacio público, buscan mantenernos sanos en la misma medida de ser tratados como una sociedad enferma. No se trata de banalizar la enfermedad, negar su existencia, sino de tomar conciencia que las normas impuestas se aplican para fortalecer el vínculo entre ciudadanía y Estado.
Para la sociedad, esta medida defiende su salud pero también convierte a los fumadores en propagadores del virus. Es una medida temporal impuesta para que los ciudadanos no olviden que el virus sigue entre nosotros. Uno tiene la impresión de que avanzamos hacia un mundo en que la imposición de tener que practicar una serie de ejercicios nos va alejando definitivamente de la antigua libertad individual que antes gozamos; a medida que vamos aprendiendo a practicar los ejercicios de forma cotidiana, nos vamos habituando a perderla.
La medida resulta chocante cuando advertimos que el tabaco causó más de 56.000 muertes en España en tan solo el último año, el 2019. El ejercicio/regla de no fumar en los espacios públicos pretende evitar que el fumador pueda lanzar gotículas respiratorias al exhalar el humo y que puedan alcanzar a otras personas. Consecuentemente, es una regla que debería implicar ser impuesta también a los practicantes de footing que realizan sus zancadas sin mascarillas.
¿Alguien ha podido ver el informe que certifica que fumar en público es peligroso para la transmisión del virus?
La cuestión por la que los corredores pueden hacerlo sin ningún tipo de protección y restricción es que el deporte es necesario para la salud individual, mientras que fumar es malo para la salud individual y colectiva. La perspectiva para que los fumadores puedan mantener su vicio es alejarse dos metros del mundo, mientras que los corredores disponen del espacio público para practicar su deporte a su aire.
Esta medida obligará a los fumadores a observarse a sí mismos como destinatarios de un poder destructor, pues de ellos depende la salud del resto de la población.
Sirva este ejemplo/medida para advertir que la gestión de la Covid-19 está cada vez más en manos de los adiestradores que miden la seguridad, no por su real eficacia, ya que si así fuera tanto corredores como ciclistas deberían ir con mascarilla para evitar que sus conciudadanos puedan ser salpicados por sus gotículas respiratorias, sino para mantener alerta y atenta a la población a ejercitarse continuamente para luchar contra el virus.
Háganse una pregunta: ¿Alguien ha podido ver el informe que certifica que fumar en público es peligroso para la transmisión del virus?
No hay duda de que el sentido común nos lleva a pensar que la medida adoptada por el Gobierno es oportuna pero, si consideramos que las medidas que se toman deben estar basadas en criterios científicos, parece legítimo exigir que sean públicos los informes que certifiquen la prohibición, sobre todo porque en países como Francia o Alemania no se ha aplicado dicha restricción. La medida afecta aproximadamente al 22% de la población en España.
En la gestión de la Covid-19, la política ha comprobado que, si bien genera miedo al hombre vivir en sociedad en un mundo sin libertades, también le produce terror vivir sin reglas y prohibiciones. La gestión del Gobierno de la pandemia se basa en mantener activas las reglas y las prohibiciones, por imprecisas que sean.
El objetivo de la estrategia de adiestramiento es que la sociedad no pierda la noción de que solo es posible combatir la enfermedad si todos asumimos el rol de que somos posibles transmisores del virus.