El turismo en Terra Ferma

La pertenencia a una sola administración supralocal de dos realidades geográficas hace que cuando se habla de Lleida se piense en Pirineo de Lleida. Y este es el primer problema de marca que habrá que superar para situar la Plana de Lleida, también conocida como Terres de Lleida, en la oferta turística.

El importante peso agrario y la configuración geográfica, mayoritariamente de llanuras y colinas, no dan de entrada ningún elemento de paisajismo tópico como destino turístico. No hay ni alta montaña ni costa. Ahora bien, el hecho de que se parta de estos handicaps, hacen paradójicamente de Terres de Lleida –concebidas como un todo– un ámbito de experimentación de cara a los nuevos modelos de turismo poco masificados y basados ​​en la sostenibilidad y la responsabilidad, así como en la experiencia y las emociones.

En este sentido, las explotaciones agrarias o ganaderas más alternativas: ecológicas, de distribución, de proximidad o vinculadas al movimiento slow food o kilómetro cero, tienen por definición un papel tractor en un turismo experiencial y que se fideliza a una forma de vida y de entender el uso respetuoso del territorio.

El aceite y el vino, una vez más, son y pueden ser aún más conductores de flujos óleo y enoturísticos. Seguramente habría más coordinación entre las bodegas o las almazaras –sean particulares o cooperativas– para ser capaces de tematizar los recintos de forma personalizada. No tiene sentido que en cada instalación te expliquen sólo la forma en la que se obtiene el aceite o el vino. En todas partes es prácticamente igual.

La diferencia y el valor añadido está en la historia personal: quién fundó la cooperativa, en qué condiciones, qué vicisitudes pasó con el franquismo .. O bien, ¿qué familiar plantó la viña?, ¿qué pasó cuando la filoxera? ¿qué árbol genealógico tiene la familia de la bodega o almazara? etc.

Los paisajes de Terres de Lleida, sin ser espectaculares, tienen una personalidad irrepetible. Desde las montañas como el Montsec de Rúbies y de Ares donde hay instalado el Centro de Observación del Universo de Àger (lugar de parapentes), con un espacio de protección lumínica reconocido internacionalmente como lugar ideal de observaciones astronómicas y con desfiladeros como los de Montrebei y lugares especiales como el entorno de St. Llorenç de Montgai o Vilanova de Meià con sus piedras escalables.

Pasando por la Segarra, tan cambiante en cada estación con ondulaciones y pueblos recogidos siempre en torno a un castillo y una iglesia, y terminando en las sierras de las Garrigues y el Urgell, ya a caballo del Priorat y la Conca de Barberà. Existe la Lleida de secano, de los olivos y el cereal. Y está la Lleida de regadío que invita a pasear entre campos o junto a los canales de Urgell y derivados.

Las Terres de Lleida tienen un importante patrimonio físico poco explotado y uno inmaterial aún más inexplotado. El hilo conductor histórico nos lleva desde las pinturas rupestres de El Cogul, pasando por el legado íbero de las Vilars de Arbeca o Tornabous, o el romano de Guissona (con fiesta incluida), continuando por los restos árabes en Balaguer y tantos otros pueblos con la toponímica comenzada por AL. O por la ruta de los castillos de frontera que el Comtat d’Urgell –con personajes como Arnau Mir de Tost– haga avanzar del Montsec hacia la llanura.

Existe una larga lista de castillos visitables. Algunos son públicos, otros privados. Pero todos os descubrirán un mundo para muchos catalanes exótico. Así como las poblaciones de estructura medieval en Guimerà, Ciutadilla … Y la etapa de esplendor medieval y gótica, con la Corona catalana dominando el Mediterráneo que tiene traslación en las Terras de Lleida con imponentes iglesias como la Seu Vella de Lleida y varias construcciones como Bellpuig o Agramunt, por citar sólo dos.

El papel jugado por ciudades como Lleida o Cervera es clave en la historia de Catalunya. Cervera explica en su centro de acogida turística los orígenes de la Generalitat en las Cortes que se celebraron en aquella ciudad. Más tarde encontramos arte del renacimiento y del barroco, a destacar St. Ramon de la Manresana. Y el papel destacado de ciudades como Lleida y Cervera en los eventos del 1707-1714.

Después viene una auténtica epopeya tipo far west. Es la conversión al regadío de la Plana y su repoblación. Es una epopeya que ha sido bien explicada en ningún lugar de referencia pero con enormes posibilidades de explotación de las rutas de cicloturismo o senderismo entre huertas y canales.

También se halla un buen legado bastante señalizado de la guerra civil en torno al frente del Segre, con puestos de trincheras, hospitales de retaguardia, cuarteles de entrenamiento etc. Y hay lugar todavía para la explotación de literatos y artistas. El rector de Vallfogona, que ya tiene un centro de interpretación, Màrius Torres, …, o los artistas Guinovart y Viladot con sendos espacios en Agramunt que junto con el museo del turrón hacen de esta villa un lugar de visita obligada.

Podría continuar, pero me haría pesado. Creo sinceramente que Terres de Lleida, el destino que figura en la cola de PIB Turístico de Catalunya, tiene por delante todas las posibilidades de hacer una planificación inteligente para que este sector se convierta en un complemento no despreciable en el resto de actividades económicas. Y contribuya, objetivo más importante de lo que parece, al autoconocimiento de sus habitantes y por tanto a su autoestima.

Adenda:

Hablando de autoestima, con las nuevas informaciones sobre el caso Bárcenas, la autoestima española está tan baja que hay que activar no sólo la lucha contra el enemigo interior, Catalunya, sino también contra el exterior, Gran Bretaña.

Se trata del tema de Gibraltar, con una declaración de Cameron contundente: primero el principio de autodeterminación que el de integridad territorial. Recuerda operaciones de aroma franquista: Franco-Peron y, ahora, Rajoy-Kirchner, contra la pérfida Albión. Serpientes de verano. Ya volverá la cruda realidad después de que la Merkel tenga atado un nuevo mandato.